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alpinismo Liberaciones en Pirineos

Nuevas aportaciones al pirineismo de alta dificultad

Josune Bereziartu y Rikar Otegi han abierto en Ordesa sin perforaciones El ojo crítico (8a), mientras que en Ansabere han firmado la primera en libre de Super Weissmuller (8a/a+)

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Se vislumbraba el camino que acaban de emprender Josune Bereziartu y Rikar Otegi en las paredes del Pirineo. Sólo necesitaban que les acompañase el factor psicológico para hacer lo que están haciendo, y en tan sólo dos temporadas serias en dichas tapias.

Ya la temporada pasada daban el primer toque de atención con la liberación de Divina Comedia (7c, Fraucata, Ordesa). Transcurrido un año, entre junio y julio, han roto la baraja con la apertura sin perforaciones, y desde abajo, de El ojo crítico (8a, 400m, Pilar de Cotatuero, Ordesa); y con la primera en libre de Super Weissmuller (8a/a+, 300m, Petit Pic de Ansabere). ¿Alguien da más? En pocas palabras, esa tendencia de ir cada vez más en libre en las paredes pirenaicas está teniendo como protagonistas principales a Bereziartu y Otegi.

Por decirlo de algún modo, en los meses anteriores Bereziartu ya cumplió el «trámite» en escalada deportiva con el encadenamiento de Powerade (8c+, Vadiello) -Otegi estaba convaleciente por una lesión-. Tras dicha firma, aparcaron por un tiempo el lado deportivo de la escalada para enfrascarse de inmediato con la visión alpina. Ordesa y Ansabere se presentaban como los terrenos de juego para llevar a cabo sus objetivos más deseados. En Ordesa, más concretamente en la vía Fisura Picazo del Tozal del Mallo estaba pendiente encadenar en libre y de tirón los dos largos más duros y desplomados de la ruta. La cordada se acercó por allí y resolvió el problema proponiendo para la tirada 7b+ o quizá 7c suave.

Empezaba bien su particular historia free con los paredones pirenaicos. Cambiaban de tercio, y asomaban la cabeza en Ansabere. En el Petit Pic, los todoterrenos Unai Mendia y Mikel Zabalza tenían abierta Super Weissmuller, una ruta de 300 metros, muy alpina y abierta desde abajo. Los navarros no pudieron hacer en libre uno de los techos de la vía y animaron a la pareja de escaladores a intentar despejar esa incógnita. «Pues, por qué no», dijeron los invitados. Y así se enfrentaron a la vía en estilo cordada. En palabras de Otegi, se encontraron con una línea recia: «Es una caliza bastante cuarteada, hueca, con lajas... Pones un alien y te dices que no va a aguantar. Hicimos un intento, pero una chorrera no hizo desistir. Para el segundo, sabíamos que teníamos que ir más temprano y así pillar la chorrera todavía seca. El largo del techo más duro nos ha salido 8a/a+. Tiene un par de parabolts de métrica 8, y es que la abrieron en artificial. El largo de 7b+ también tiene un parabolt y clavos, pero las demás tiradas son muy limpias. El largo clave lo sacamos ambos al segundo pegue. A vista era muy difícil, ya que la roca tiene liquen. Una tirada extraña, con un paso de bloque, una travesía no muy difícil y unos invertidos con pies malos».

Esa ruta de grado obligado 7a+, con distancias generosas y alta exposición también les deparaba un par de sorpresillas. El tercer largo, de 7b+, les pareció curioso por los alejes; y el quinto de 7b, por su exposición. Los demás, en palabras de los escaladores, eran más llevaderos. Ocho tiradas de la Super Weissmuller que han quedado de la siguiente manera: 6b+, 6c, 7b+, 8a/a+, 7b, 6c+, 6c y V.

Finalizaban, y de qué forma, su primera visita a las moles de Ansabere. A pesar de todo, Otegi ha señalado que la vía de los navarros les ha deparado sensaciones diferentes: «Es una ruta abierta en un estilo implacable y que no nos ha regalado sensaciones muy guapas de escalada. La línea en sí es muy buena, pero la escalada no es como los muros de la vecina Spigolo. Tanto la roca como las protecciones no son nada buenas».

«El ojo crítico»

Con los pertinentes subidones de sus últimas realizaciones, la cordada decide reflexionar sobre su siguiente objetivo. Lo tienen más que claro. Pasan de ir a por más primeras en libre y apuestan por un reto de cosecha propia, es decir, por la apertura de una vía. De nuevo, a Ordesa. Se meten en la clásica Rabadá-Navarro en el Espolón del Gallinero, se pierden y salen por donde pueden. De ese embarque y de su posterior escalada a Korrika, avenida de la luz, se fragua su siguiente objetivo. Preguntan si entre las dos líneas hay alguna otra. Les responden que no. Bien.

La filosofía de apertura también es clara: «Desde abajo, porque no es lo mismo. Queríamos trabajar de la forma más limpia posible. Se nos ocurrió, por si acaso, comprar un burilador, pero no lo encontramos. Así, nos metimos en el fregado con 18 clavos y los habituales juegos de friends, micros y fisureros».

Empiezan por los dos primeros largos de la Rabadá-Navarro, le sigue una tercera tirada de 6b+ y con la tercera llega el comecocos. Un techo que, según Otegi, prometía y mucho: «Lo probé y daban ganas de salir recto. Tiene mucha vidilla, intenté el paso y caí. Empecé a bajar, vi dónde estaban los agarres, limpié un poco y a la reunión. Tanto Josune como yo lo sacamos al segundo intento y, a nuestro parecer, ha quedado de 8a».

La historia seguía pintando bien. El quinto largo era para Bereziartu. Un largo muy bueno, de esos diedros de 90º, pero que apenas se dejaba asegurar. Resultó bastante expuesto y con una graduación de 7a/a+. Dos largos más, de 6b+ y 6c, y la cordada termina resolviendo la primera parte de la vía, y es que llega a la vira de la Rabadá-Navarro. Era suficiente para la jornada, y salen por el escape. Siete tiradas, cinco de ellas nuevas, con 8a incluido y que va entre la Rabadá-Navarro y la Korrika.

Segunda parte de la apertura. Suben por la Edelweis hasta la vira o primera parte de la nueva ruta. De allí, entre la Rabadá-Navarro y la Zarathustra, todavía les queda nuevo terreno por recorrer. La vía va a unos 10 metros de la Zarathustra, es una sección de diedros y techitos muy espectaculares. Superan un largo de 6c+, el octavo, y el fuerte viento y las manos insensibles por el frío les hacen desistir y salen por la Zarathustra. La tercera jornada en la vía es la definitiva. El noveno largo de 7a+ discurre por un lugar impresionante, desplomado y con mucho ambiente de vacío. Una tirada que salió muy expuesta. «El que vaya a probar ese largo se puede llevar una sorpresa; yo me las vi y me las deseé», asegura Otegi. Y es que Ordesa, sea el grado que sea, no regala nada.

El décimo largo de 6b+ relaja la actividad, y de allí, en una fácil trepada, salen de la nueva ruta que lleva por nombre El ojo crítico. 400 metros de nueva vía (excepto los dos primeros largos) en pleno Pilar de Cotatuero o Espolón del Gallinero, abierto desde abajo en tres días, con 15 clavos que han quedado en la pared, sin perforaciones, con un paso corto pero explosivo de 8a... En otras palabras, la primera vía de esa graduación en Ordesa y con un estilo muy limpio.

Primera apertura para Bereziartu en Ordesa y segunda para su compañero (en la Fraucata tiene Fuente de Salmacis), quien recuerda que ambas las trabajó con el mismo estilo: «Yo le doy mucha importancia al estilo. Se nos ocurrió lo del burilador, pero al final, al no poder comprarlo, fuimos con lo habitual para estas vías. Eso le da otro punto, y me pasó lo mismo con la apertura en la Fraucata. Los clavos los hemos dejado allí, y adelanto que muchas reuniones están limpias, pero se pueden equipar muy bien. Tengo ese debate conmigo, el de ir o no a meter algún parabolt para dejar la vía más segura. Pero hemos decidido que no, y no es por fastidiar. Claro que prefiero que la repitan, pero nosotros la hemos hecho así. Además, no te juegas la vida; se puede proteger muy bien. En general, hemos pasado miedo, y es que los diedros y techos no dejan ver por dónde tienes que seguir. Ha sido una dura y excepcional experiencia».

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