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CRíTICA cine

«La suerte de Emma»

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Mikel INSAUSTI

Otro título que no hace sino confirmar el resurgimiento que vive el cine alemán de un tiempo a esta parte gracias a una serie de jóvenes realizadores que con sus primeras películas están triunfando en los festivales internacionales. Sven Taddicken se suma con su segundo largometraje, «La suerte de Emma», al reconocimiento obtenido en distintos frentes por Matthias Glasner con «El libre albedrío», Florian Henckel von Donnersmarck con «La vida de los otros» y Chris Kraus con «Cuatro minutos». El elemento común que distingue a todas estas producciones recientes es el del equilibrio perfecto entre ambición artística y vocación comercial, probado tanto a través del éxito de crítica como del de público. La demostración palpable de que «La suerte de Emma» llega por igual a los espectadores de cualquier sitio se dio en el Festival de Sevilla, donde recibió el Premio del Público, así como en Donostia dentro de la sección Zabaltegi.

No cabe duda de que la formulación original de «La suerte de Emma» proviene de la novela de Claudia Schreiber, a quien, a raíz de una entrevista radiofónica con la anciana escritora sueca Astrid Lindgren, se le ocurrió imaginar como sería su más famoso personaje infantil, la rebelde niña granjera Pipi Calzaslargas, ya de adulta. De ahí surgió la idea de que seguiría amando la naturaleza y a los animales pese a la dureza de tener que vivir de ellos. Ese paradójico diálogo entre la violencia de la muerte y la sana vitalidad tampoco le es ajeno al joven realizador Sven Taddicken, que en su ópera prima, «Mein bruder der vampir» (Mi hermano el vampiro), le entró al controvertido tema de la sexualidad en los discapacitados mentales, provocando reacciones moralistas en contra de la película.

En «La suerte de Emma», Taddicken se sirve de su sensibilidad especial para tratar los temas existenciales sin tremendismo, incluso con una sonrisa desdramatizadora. La enfermedad terminal siempre ha sido objeto de un tratamiento serio, por no decir trágico, y rara vez ha dado pie a una comedia romántica. Taddicken deja claro que ello es posible mediante una combinación de aliento poético y de un humor entre negro y rosa. La imagen de la robusta granjera atravesando el umbral de la puerta con su debilitado novio en brazos, tras casarse con él in articulo mortis, resulta sorprendentemente graciosa porque llega después de una sucesión de situaciones que explican cómo encontrar la felicidad en medio del dolor; y ya se sabe que las penas compartidas son menos penas.

El título de la película ya advierte sobre el protagonismo del azar, dado que la relación entre la solitaria granjera y el desahuciado urbanita surgirá por pura casualidad. Se trata por tanto de un encuentro fortuito, tan fugaz como la propia plenitud del amor. Es algo, en teoría grave, como un accidente de tráfico lo que les une cuando el coche del fugitivo se sale de la carretera y acaba yendo a parar fuera de control en los terrenos de ella. Lo que debería ser un signo inequívoco de fatalidad se convierte, por medio de una fantasiosa ralentización de la imagen dentro de la cabina del automóvil, en un maravilloso vuelo hacia una existencia más feliz. Emma encuentra de repente un remedio a su soledad, mientras que el forastero da con el refugio soñado para terminar sus días con dignidad y paz de espíritu. Así, la muerte le llegará en brazos de su amada, una mujer curtida en el arte de quitar la vida a los animales de su granja dulcemente, sin que sufran ni experimenten el miedo a lo desconocido.

Ficha

Dctor.: Sven Taddicken.

Intérpretes: Jördis Triebel, Jürgen Vogel, Martin Feifel, Hinnerk Schönemann, Karin Neuhäuser, Nina Petri, Arved Birnbaum.

País: Alemania, 2006.

Duración: 99 minutos.

Género: Comedia romántica.

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