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Raimundo Fitero

Casual

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Acuciante necesidad de reconversión infraestructural. Los sustitutos hacen buenos a los titulares en casi todos los programas que se mantienen con la misma cabecera, pero con diferentes cabezas y con caras que no acaban de encontrar el rostro adecuado para hacerse con el poder de captación. Por ejemplo, Francine Gálvez y Víctor Sandoval en «Aquí hay tomate» cubren el expediente sin aportar ni una gota de ingenio o singularidad. Así somos los telespectadores con ropa de cuero negro; más condescendientes son los que visten de manera casual, o los que inundan de repiqueteos el ambiente con sus chanclas.

«El día que cambió mi vida» es un programa de la primera estatal que cruza dos reportajes de dos personas que muestran sus ilusiones, sus ganas de hacer algo concreto. Cuesta entender que se puedan poner en paralelo a un muchachote gitano en los días previos a su boda y la de otro joven que va a hacer una sustitución como actor en un musical en el Paralelo barcelonés. Como uno llega normalmente con los programas empezados -es la mala costumbre que nos ha provocado el mando a distancia y los cortes publicitarios-, pensé que ambos protagonistas eran gitanos, porque no tenía ningún sentido saltar de uno a otro, ya que si el rito de enlace, de unión entre lo gitanos es parte de su cultura, con la virginidad de la novia como punto crucial, lo otro, los ensayos, la inclusión de un nuevo artista en un equipo que lleva meses trabajando, son asuntos de difícil mezcla. Programa de testimonios, reporteril, un estilo de cámara al hombro muy de moda.

No acabamos de digerir un caso de dopaje, cuando tenemos el siguiente encadenado. ¿Es casual este ritmo de destape de los casos o es una estrategia publicitaria más? Rasmusen sube el Aubisque con autoridad, deja Le Tour sentenciado e inmediatamente es invitado a abandonarlo. Ya se habla de que el Comité Olímpico Internacional está pensando en quitar el ciclismo de la bandera olímpica. No se atreverán. ¿Medirán igual a los atletas norteamericanos? ¿Y si se dan muchos casos, cerrarán definitivamente la máquina de hacer dinero que son unas Olimpiadas? No se lo cree nadie. Farmacia y «picos» para todos.

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