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Maite SOROA

«Don Erre que Erre»

Ahora que la fauna periodística empieza a relajar el tono, quedan todavía elementos que, como Don Erre que Erre, siguen con las viejas consignas. Ayer, Cristina Losada en «Libertad Digital» abundaba en las tesis de la extremosa derechona: «por mucho que los terroristas `tengan suerte', por mucho que asesinen y dañen, no pueden destruir la democracia. A menos, claro, que se deje». Ahí empieza el meollo.

Y es que según Losada, «el Gobierno de Zapatero renunció precisamente a ese elemento fundamental de la lucha contra el terrorismo. Le fue dando a la ETA toda clase de señales de su voluntad de desistir, llegando a adoptar compromisos y a realizar cesiones que, como era de prever, resultaron insuficientes. He escrito renunció, pero hay que decir que sigue renunciando. Lo único que el Gobierno ha recuperado, una vez rota la baraja, es la actividad policial. De ello hace gala, como si lo que debe ser normal -la detención de delincuentes- fuera extraordinario». Ya ven que son insaciables.

Lo que teme la columnista es que la Policía no pueda laminar al enemigo: «es precisamente por la imposibilidad de evitarlos (los atentados) siempre que llegan a justificarse las tentaciones claudicantes». A partir de ahí estrecha el lazo en torno al cuello de ZP: «El Gobierno reconoce que los terroristas quieren atentar, pero se niega a aceptar que se han reorganizado y rearmado aprovechando el `alto el fuego'. Pues en ello tiene una responsabilidad. Una que elude con patéticas anotaciones como esa de que tales explosivos fueron `robados antes'. Ya. O con declaraciones como las de Mesquida: la Policía ha trabajado contra ETA durante la tregua con `más intensidad' que nunca. Si eso es cierto, ¿cómo en vísperas del atentado en Barajas minimizaba él mismo los indicios y negaba todo peligro? (...) ¿Carecía de información a pesar del `intenso trabajo' o engañaba a la opinión pública? Y, cuidado, porque el mallorquín acaba de decir algo similar en El Mundo: `No tenemos localizado ningún comando operativo de ETA en el interior'. Las detenciones constitu- yen un éxito. Pero el salto cualitativo en la lucha antiterrorista se produjo en España al acompañar la actuación policial de un conjunto de medidas: desde el cumplimiento íntegro de penas (...) hasta la ilegalización de los tentáculos de ETA. (...) Zapatero se dedicó a arrojar por la borda gran parte, si no toda esa he- rencia». ¿A dónde vamos con esta gente?

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