Quienes siguen la actualidad de los festivales internacionales proclaman la existencia de un joven cine ruso muy prometedor, a juzgar por cintas tan estimulantes como «Euphoria», ganadora del Leoncino de Oro en la pasada Mostra de Venecia y de otros premios importantes en Moscú o Sotchi. Es la sorprendente ópera prima de Ivan Vyrypaev, precoz dramaturgo siberiano que se pasa del teatro al cine después de haber obtenido el reconocimiento literario en Rusia.

Es muy posible que ahora, gracias a la distribución de su película en otros países, puedan darse a conocer sus libros y piezas teatrales convenientemente traducidos.

«Euphoria» ha sido alabada por su belleza poética al contar de forma libre y apasionada una historia de amor loco, marcada por la imprudencia de sus jóvenes protagonistas. Pavel conoce a Vera en una boda, notando que sus miradas se cruzan con una intensidad fuera de lo normal. Empujado por esa fuerte primera impresión no puede sino declarar su amor, que resulta ser correspondido por ella, igualmente presa de una sensación que es nueva e irrefrenable. Los dos huyen juntos llevados por ese mutuo sentimiento de euforia avanzado en el título, pero Vera deja atrás un esposo y una hija.

El abandonado Valery perseguirá a la pareja, sin acertar a entender lo que está ocurriendo de forma tan precipitada e inexplicable, con la esperanza de que las cosas vuelvan a ser como antes y los celos terminen. La persecución transcurre a través de la inmensidad de las estepas siberianas, partiendo de un pequeño pueblo a orillas del río Don, que dista varias horas de la ciudad de Volgogrado.

Los amantes son víctimas de esos grandes espacios que invitan a perderse, así como de su propia inexperiencia, ya que no están preparados para vivir un amor tan embriagador e incontrolable.