CRÓNICA C| EXPLORACIÓN EN EL ÁRTICO
Rusia planta su bandera en el fondo del Polo Norte y reclama el petróleo
Exploradores rusos colocaron ayer un bandera de su país en el fondo del océano Ártico, a más de 4.000 metros de profundidad bajo el Polo Norte. Éste fue el punto culminante de una expedición que conjuga la investigación científica con las veleidades territoriales de Moscú sobre los yacimientos de hidrocarburos del fondo ártico.
Karim TALBI Moscú
El submarino de bolsillo Mir-1, equipado con un brazo mecánico, colocó una bandera de titanio de un metro de altura con los colores de Rusia en la vertical del Polo Norte, según informó Vladimir Strugatski, miembro de la expedición, a la agencia Itar-Tass.
Este batiscafo, al igual que su gemelo, el Mir-2, consiguió posarse en el fondo del océano Ártico, objetivo de su misión. El Mir-1, el pequeño submarino que iba en cabeza se posó a 4.261 metros de profundidad. El segundo minisubmarino lo hizo a 4.302 metros.
«Hemos tocado el fondo con dulzura. El suelo que nos rodeaba era amarillento, pero no pudimos ver habitantes de las profundidades marinas», declaró, dejándose llevar por la lírica, Evgeni Cherniayev, el piloto del Mir-2.
El éxito de la misión, presentada como un primer paso por los rusos, fue anunciado por la cadena pública rusa Vesti 24, que había desplazado a un periodista al barco Akademik Fedorov, desde donde partieron los batiscafos. Los exploradores, entre los que se encontraban dos diputados y un científico rusos y un empresario sueco, tardaron dos horas en descender. Tras una pausa a 1.300 metros para comprobar la resistencia del batiscafo, se dirigieron al fondo del mar.
Tras dejar la bandera, tomaron muestras de agua y del fondo marino, y soltaron una cápsula con un mensaje para las generaciones futuras.
La expedición partió el 24 de julio del puerto de Murmansk, en el mar de Barents, y llegó al Polo Norte el miércoles.
Dos buques rusos, el Akademik Fedorov y el rompehielos atómico Rossia, son los integrantes de esta misión, que une el interés científico con las ansias territoriales de Moscú.
«Tocar el fondo a tanta profundidad es como dar el primer paso en la Luna», declaró el vicepresidente de la Duma (Parlamento), Artur Chilingarov, que, además, dirige la expedición, a la agencia Ria-Novosti.
Reivindicación territorial
Detrás del interés científico, la expedición Ártico 2 busca reforzar las aspiraciones rusas sobre el control de estos territorios, en disputa con otros países, como EEUU, Canadá o Dinamarca, y los yacimientos de petróleo y gas que, según los estudios realizados, contienen.
Según el US Geological Survey, la agencia gubernamental de EEUU dedicada al estudio de los hidrocarburos, el 25% de los recursos mundiales de petróleo se encuentran al norte del Círculo Polar Ártico.
Antes de partir hacia el Polo, Chilingarov destacó que esta expedición ayudaría a Rusia a avanzar en sus reclamaciones territoriales en el Ártico, que también han sido apoyadas por su presidente, Vladimir Putin. «El Ártico es nuestro y nos corresponde a nosotros mostrar nuestra presencia en esas aguas», declaró Putin en mayo.
En ese discurso, Putin prometió que Rusia haría esfuerzos para «preservar los intereses estratégicos, económicos, científicos y de Defensa de Rusia en el Ártico».
El objetivo de esta expedición es demostrar que una parte del fondo marino del Polo Norte, conocido como cordillera Lomonosov, es en realidad una extensión de la plataforma continental de Rusia, por lo que Moscú podría reclamar la explotación de estas aguas basándose en la Convención de la ONU sobre los derechos de la mar. En 2001, ya realizó una reclamación en este sentido.
Otros países ribereños del océano Ártico también han tratado de extender su área de influencia más allá de las 200 millas que les corresponden.
Lejos de la euforia rusa, el Gobierno de Canadá ironizó sobre la expedición, considerando que «se ha realizado con un planteamiento más propio del siglo XV que del XXI».
«No estamos en el siglo XV. No se puede ir a cualquier parte del mundo, colocar allí una bandera y decir que ese territorio les pertenece», declaró el ministro canadiense de Exteriores, Peter MacKay a la cadena de televisión CTV.