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Fede de los Ríos

Érase que se era

Pin y Pon fueron a Madrid apesadumbrados. Ni Carlangas ni Fernandito querían contrariar al gran Pepiño Blanco, pero... en el Viejo Reyno de Pitufilandia sus compañeros habían decidido juntarse con los vasquitos y neskitas y así descabalgar del Gobierno al ogro unicejo que, por activa o por pasiva, no paraba de maltratarles.

¡Pobres Pin y Pon! Se encontraban en un brete, ya que, si bien el ogro unicejo les daba alguna colleja, la mayor parte del tiempo les sentaba en sus rodillas y les hacía carantoñas. Siempre quisieron ganarse su cariño.

Confundidos quizás por las declaraciones de la vicemandamás del Nuevo Reyno, Maria Teresa Barbi de la Vega el 1 de junio: «respetaremos lo que decidan los responsables políticos de Navarra», del jefe Bambi, el del gran talante: «voy a dejar que sea el PSN quien decida la política de pactos» (debate sobre el Estado de la Nación, 4 de junio), «hagan lo que hagan los socialistas navarros estará bien hecho» (Ejecutiva Federal del PSOE, 18 de junio) e incluso las del mismo Pepiño del Gran Poder en su blog el 18 de junio: «UPN no gobernará en Navarra con los votos ni con la abstención de los socialistas», llegaron a Ferraz y, temerosos, comunicaron la, a su parecer, errónea decisión de los suyos.

¿Estáis locos? -les espetaron los del consejo de ancianos-. ¿No veis que así no solamente vais a enfadar al ogro unicejo, el mago de los hilillos de chapapote se va a poner hecho un basilisco. Amén de que la bruja tartaja «ETA-Batasuna» ya se ha repuesto y viene con nuevas fuerzas. ¿Qué va a pensar el tito Del Burgo?

Pin y Pon, que no se caracterizan por la rapidez de su sinapsis neuronal (vamos, que el pensamiento no es lo suyo), hacían pucheros al tiempo que se daban cuenta tarde de lo malos que eran sus compis del comité regional en el Viejo Reyno.

Al final, la realidad.

La bruja Piruja se quedó con la Alcaldía, el ogro unicejo con el Gobierno, el tito Del Burgo da palmas con las orejas mientras agita sus piernecillas que cuelgan del sillón, el mago de los hilillos se relame pensando en comerse a Bambi.

Los compis regionales de Pin y Pon andan sin poder sentarse. Erró Jon, el valiente sastrecillo, en sus puntadas. Los tres cerditos batzarreros, sin txabiske. Vasquitos y neskitas se pusieron sus mejores galas para la fiesta y el príncipe resultó ser un sapo.

De perdices, nada.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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