Martintxo Mantxo Padre vegano
«Infanticidas veganos»
Cuatro millones de bebés mueren al año en países del Sur por no ser amamantados. Este es el único caso de muerte asociada al veganismo, y en el mundo existen miles y miles de veganos
El ser vegetariano o vegano conlleva casi siempre explicar por qué. Y más si estás criando a tu vástago de la misma forma. En los últimos días ese cuestionamiento se ha incrementado en base a una noticia ocurrida en los Estados Unidos: un bebé de seis semanas murió pesando 1.360 gramos tras ser alimentado a base de leche de soja y zumo de manzana. La madre y el padre fueron condenados a cadena perpetua.
Desde una perspectiva vegana, decir que el objetivo es no consumir ni animales ni productos de origen animal por respeto y por entenderse que todos ellos pertenecen a un mismo sistema de producción donde aquéllos son considerados meros productos o máquinas de producción. Unido a cuestionamientos de carácter higienista o incluso ecológico y económico, provoca que muchos y muchas tomemos una postura radical de prescindir de estos productos.
El veganismo no tiene que ver en nada con no amamantar al bebé. Más aún, reivindicamos la lactancia al máximo posible, aconsejándola por un mínimo de dos años. La lactancia es la mejor forma de proveer de nutrientes, pero también de contribuir al sistema de inmunidad del bebé y la forma para la madre de mantener el vínculo con él tras nueve meses dentro de su cuerpo.
Desconozco si en este caso la única causa de que el bebé disminuyera de peso de tal forma fuera sólo la alimentación a base de leche de soja y zumo de manzana o si se debía a otros motivos: problemas de la madre para darle de pecho, enfermedad, etc. También desconozco si se puede dar tal deterioro y a las seis semanas llegar a pesar la mitad de lo que se considera mínimo al nacer. Como todos, me pregunto cómo el padre y la madre no se dieron cuenta, pero también por qué tampoco nadie más, pues se entiende que el bebé sería objeto de revisiones. Sin embargo, sé que debido a la privatización brutal que han sufrido los servicios públicos en los Estados Unidos no es posible ni dar a luz de forma gratuita, con las situaciones trágicas que esto supone.
De la misma forma, una muerte es noticia mientras otras miles no. Me refiero a aquéllas relacionadas con la leche fórmula, exportada a países del tercer mundo e impuesta cuando las condi- ciones del agua de la mayoría de los países es paupérrima. Aquí, sin embargo, los interesados son grandes multinacionales como Nestlé que se benefician de su venta. Cuatro millones de bebés mueren al año en países del Sur por no ser amamantados. Este es el único caso de muerte asociada al veganismo, y en el mundo existen miles y miles de veganos.
La forma de tratar el caso también plantea una contradicción, y es que es esta sociedad es culpable de que muchas madres rechacen dar pecho porque se entiende como algo de mala edu- cación o tabú, por el desvirtuamiento de los pechos femeninos, dada la obsesión con el sexo, o por entender la lactancia como una molestia añadida, unido a las limitaciones de aquéllas que trabajan. El interés de las multinacionales en imponer la leche fórmula tampoco se me escapa como causa de este fenómeno. En sociedades como la estadounidense y la británica sólo un 70% de los recién nacidos son amamantados, reduciéndose a un 50% tras las dos primeras semanas y a un 17% al año.
La información que recibimos corresponde a muchos intereses. En los Estados Unidos, ecologistas y vegetarianos son considerados por las multinacionales, y por ende por el Gobierno, una amenaza, pues cuestionan no sólo sus productos y formas de producir, sino una sociedad que se basa en ellos. Las grandes multinacionales tienen una preocupación total no sólo en publicitar sus productos sino también en contrarrestar publicidad no deseada, empleando grandes sumas en producir (des)información muchas veces sin ninguna base científica, o en apoyar a candidatos políticos que defiendan sus intereses.
El caso no sólo pone en cuestión una opción dietética, sino una de las razones en las que ésta se fundamenta: la salud. Una dieta vegana, y contrariamente a lo que insinuaba la noticia, es totalmente viable, como afirman muchas asociaciones médicas. La necesidad de consumir carne como fuente de proteína y leche como fuente de calcio es un mito: el cuerpo humano produce proteína a partir de hidratos de carbono, y la proteína también se encuentra en semillas, legumbres o cereal. El consumo abusivo de proteína animal es el origen de muchos de nuestros trastornos médicos. La leche no es digestiva, ya que tras la etapa de lactancia el ser humano, como otros mamíferos, no cuenta con la posibilidad de asimilarla. Contiene un elevado número de estrógenos animales, supuestamente principales causantes de cánceres. A ello tenemos que añadir el aumento paulatino de alergias y de rechazos, presuntamente relacionados con la alimentación del ganado y el uso de antibióticos, medicinas y hormonas.