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27ª Clásica Donostia-Donostia

Garate no pudo cumplir su sueño

El irundarra de Quick Step lanzó un ataque en Oiartzun a falta de 12 kilómetros con el que arrastró al italiano Bertagnoli, quien logró batirlo al esprint. La carrera fue rapidísima, lanzada por la fuga de 23 corredores, con seis vascos, que duró hasta la subida a Gurutze

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Arnaitz GORRITI | DONOSTIA

Leonardo Bertagnoli lo reconocía; ganar en la Clásica Donostia-Donostia supone el triunfo más importante de su carrera. Juanma Garate, segundo de la prueba, también lo reconocía; tanta ilusión le hace esta prueba -no es raro, siendo de Irun ha visto pasar la carrera por su casa-, que el corazón le jugó una mala pasada. Bertagnolli le robó el sueño. No pudo ser profeta en su tierra y, probablemente, no habrá dormido esta noche.

A falta de 12 kilómetros, en el repecho de Oiartzun, el guipuzcoano de Quick Step lo veía claro. En un pelotón de unas 25 unidades -demasiados gallos y muy pocos trabajadores-, saltaba en pos de un triunfo memorable para él, en pos de lograr ser el primer vasco en ganar la Clásica de Donostia desde que Miguel Indurain se la llevara en 1990. ¡Y qué poco le faltó!

Porque arrastraba consigo a Bertagnoli (Liquigas) que, como todos los transalpinos, se mueve como pez en el agua en recorridos sinuosos, donde la agilidad de la cabeza y las piernas van parejas y hay que saber ver dónde y con quién hay que irse. Y con quién no. Bertagnolli lo tuvo claro y se fue con Garate. Se llevaría el premio gordo.

Detrás, Euskaltel-Euskadi, por medio de Astarloza, Landaluze y Zubeldia, y Saunier Duval, con Marchante, trataban de atrapar a la escapada buena. Carlos Barredo, compañero de Garate en Quick Step, lo impedía en una labor de freno sensacional. Por si eso fuera poco, el pelotón no tenía dueño, ya que todo el mundo miraba a Valverde y a Rebellin, pero ni Gerolsteiner ni Caisse D'Epargne tenían trabajadores delante. Pese a que los continuos ataques hicieron que el pelotón se fracturase, no hubo caso. El dúo de cabeza se la jugaría al esprint.

Lo más doloroso para Garate es que tuvo a su rival bajo control en todo el último kilómetro. Bertagnoli marcaba un ritmo pausado y Garate calculaba la distancia a su rueda. Parecía ciclismo de pista, ya que los perseguidores no tenían distancia para darles alcance. Templar los nervios, arrancar y aguantar; eso era lo que tocaba.

A 200 metros el irundarra se ponía a esprintar y sacaba momentáneamente de rueda a su adversario. Garate no es manco en este tipo de llegadas y, salvo la victoria que Jens Voigt le «regaló» en el Giro 2005, sus mejores victorias, como en la Vuelta, han llegado así. Parecía que el de la bahía de Txingudi podría hacer realidad su sueño: ganar su carrera preferida.

Pues no. Así de injusta es a veces la existencia. Bertagnolli no había dicho su última palabra. El transalpino de Liquigas le había tomado la rueda al vasco y, en unos últimos 50 metros de mucha fuerza y decisión, dejó a Garate, y a toda la afición que se agolpaba en el Boulevard, con un palmo de narices. Después de tres años seguidos de dominio del Estado español, Italia volvía a reinar en una carrera que se le da como anillo al dedo. Mientras, Garate trataba de poner buena cara al mal tiempo. Una verdadera lástima.

Escapada masiva

Sin embargo, la Clásica Donostia-Donostia tuvo otra protagonista, que fue una escapada masiva de 23 corredores. Entre los fugados se colaron seis vascos: Arrieta de Ag2r, Rubén Pérez, Jon Bru y Dioni Galparsoro de Euskaltel-Euskadi, y David López y Aitor Pérez Arrieta de Caisse D'Epargne. Su ventaja nunca superó los tres minutos y medio.

Tal circunstancia hizo que la carrera llegara antes de lo previsto y que favoritos como Valverde quemaran a sus hombres, cosa que se notó al final.

La fuga se fue desgranando hasta que un trío, José Luis Arrieta, Albasini -Liquigas- y Van de Walle -Quick Step- pasó con un minuto en Jaizkibel -que ya casi no decide nada-, sobre un pelotón de unas 20 unidades, al que se le añadieron más. La fuga resistió hasta Gurutze, hasta que una arrancada de Valverde dio cuenta de ella.

A partir de ahí se sucedió una torre de Babel de ataques y contraataques, sin que ningún equipo lograra poner orden ni concierto.

La carrera parecía abocada al esprint, cuando Juanma Garate se escapó. Con Bertagnolli.

Indurain es el último vasco del palmarés

Ha llovido, ha tronado, y ha hecho un sol de justicia desde entonces. La cuestión es que Miguel Indurain sigue siendo el último ciclista vasco en hacerse con la Clásica de Donostia, victoria que data de 1990.

Desde entonces no han faltado corredores de nivel ni ganas, pero el pelotón internacional ha impedido al ciclismo vasco disfrutar de la victoria en casa. Así, hombres de la talla de Bugno, Alcalá, Chiapucci, Rebellin, Armstrong, Casagrande o Bettini se han encargado de engordar su palmarés en una prueba de cada vez mayor prestigio. Ahora, Bertagnolli se ha ganado el derecho a elevarse en sus altares.

A. G.

«Esta es la carrera que más ilusión me hace y no sé si se repetirá la ocasión»

Es un hombre expresivo Juanma Garate. Cuando en el Giro 2005 pudo dedicar su victoria de etapa a su esposa y a su bebé recién nacido, el irundarra era el hombre más feliz del mundo. Ayer, en la meta del Boulevard, la buena educación hacía que respondiera con diligencia a las preguntas de los periodistas, pero su cara, sus ojos, sus palabras, decían que quería estar solo, que quería olvidar un momento tan triste como es tener la victoria deseada al alcance y que ésta se escurra entre los dedos.

«Me han sobrado 50 metros. Sabía que él era rápido y debía emplear el factor sorpresa. De hecho, lo he sacado un poquito de rueda, pero al final me ha conseguido remontar y me ha ganado bien», indicó Garate.

«Me ha podido el corazón. Esta carrera es mi sueño. Le decía a Barredo que es la prueba que más ilusión me hace del calendario profesional, y desde pequeño mi ilusión es ganar aquí. Este año lo he tenido muy cerca y no sé si se repetirá. Creo que por eso me han podido las ganas», declaró.

Con la cabeza más fría, el irundarra se congratulaba de la carrera realizada por Quick Step, que fue uno de los dominadores de la prueba.

«El equipo ha estado sensacional. Hasta el último momento teníamos a Van de Walle delante y detrás estábamos cuatro. Barredo y yo hemos estado atentos a todos los cortes. Sabía que el repecho de Oiartzun era un muy buen momento para atacar y hasta meta me he ido con Bertagnoli. He tratado de sorprenderlo por la derecha, pero me he precipitado 50 metros», terminó

Bertagnolli, por supuesto, era la otra cara de la moneda, y reconocía que se había llevado su mejor triunfo.

«Sabía que no podía quedarme con Valverde y Rebellin y hemos atacado a diez kilómetros, en el mejor momento. Al esprint Garate ha arrancado rápido, pero he podido atraparlo. Esta ha sido, sin duda, mi victoria más importante», declaró el italiano.

A. G.

Zubeldia: «Lasterketa gogorra izan da»

Uztaileko ahaleginen ondotik hezur eta azal, nahiko akituta zegoen Haimar Zubeldia Donostiako helmugan. «Oso gogorra» iritzi zion usurbildarrak lasterketari eta, nahiz eta Euskatel-Euskadik garaipenik lortu ez, gustura zen egindako lanarekin.

«Oso gogorra izan da, izan ere, ihesaldi handi bat sortu baita eta oso azkar joan gara. Guk hiru taldekide sartu ditugu eta ona zen ihesaldia guretzat. Jaizkibelen, berriz, borroka izan da eta bukaerara nahiko justu iritsi naiz, karranpak ere izan ditut, egin duen beroarekin. Hala ere, lasterketa polita egin du taldeak, ahaleginak egin ditugu garaipena lortzeko», adierazi zuen.

«Garate eta Bertagnollik ihes egin eta gero zaila zen harrapatzea, Garateren taldeak kontrolatzen gintuelako. Behin tartea aterata, gaitza zen», esan zuen.

Penatan zen Mikel Astarloza ere, azken kilometroetako erasoen ondoren laranjarik garaile ez zelako atera.

«Aurrean geundenetan edozeinek irabaz zezakeen, eta lastima izan da gure maillota ez izatea garaile. Saiatu gara eta ezin zaigu gehiago eskatu», esan zuen.

A. G.

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