Este año me ha tocado vivir el chupinazo mezclado entre la gente. Atrás han quedado aquellos cohetes conflictivos.

Dos grupos de jóvenes que portaban banderas españolas e ikurriñas vociferaban consignas y se insultaban mutuamente. Había llegado la hora de lanzar el cohete y como siempre en el balcón del Ayuntamiento faltaba la ikurriña. Finalmente, un concejal nacionalista colocaba la ikurriña en una esquina del balcón principal, entre aplausos y silbidos. Salvado el conflicto, y la ikurriña por unos minutos ondeaba en el balcón. Se había cumplido la legalidad y se había complacido al sector nacionalista.

El jueves había cierta expectación por saber qué iba a pasar en la balconada. Los concejales de UPN cumplieron con el protocolo establecido, controlaron la situación y con dos palabras en euskara, «Gora Lizarra», saludaron al sector nacionalista.

Dicen que dicen, porque yo no lo he visto, que a las cuatro de la mañana unos encapuchados rociaron con pintura la fachada del Ayuntamiento. Los jóvenes pasan de la parafernalia del cohete. Lanzaron su cohete alternativo en las choznas y dieron por comenzadas sus fiestas. La ikurriña fue colocada en una ventana lateral del consistorio y, oculta tras la copa de un árbol, pasó desapercibida. Una vez más la familia nacionalista ha tenido que vivir el «trágala» de la legalidad vigente. Mientras escribo estas líneas, en la txosna de la ikastola escucho una canción en euskara. Todavía sigo dando vueltas a la frase: Abertzaleentzat eta euskaldunentzat jaiak benetan hasi dira? Jai zoriontsuak, euskara eta euskal kultura ahaztu gabe.