No es nueva la práctica de crear informaciones sobre supuestas fuentes en cualquier caso carentes de credibilidad en cuanto a la información rigurosa de la realidad se refiere. No es nueva y sí habitual, lo mismo que los análisis basados a su vez en dichas informaciones. Ayer mismo el editorialista de «El Mundo», sobre la noticia que ese mismo periódico, según «fuentes de la lucha antiterrorista» elaboró, daba por sentado que «a nadie podrá extrañarle que las declaraciones realizadas el pasado domingo por el portavoz de Batasuna Arnaldo Otegi al diario Gara, afirmando que `lo principal es retomar la vía del diálogo y de la negociación', hayan sido desautorizadas de forma tajante por ETA». Claro, como al plumilla no le extraña, a nadie puede extrañarle.

Pero, además de saber que las declaraciones de Otegi han sido desautorizadas, y de saber que lo han sido «de forma tajante», el escriba de Pedro J. se ha enterado, tras leer la información de «El Mundo», claro, de que en Batasuna habrá cambios y qué cambios: «Por eso, de acuerdo con la información que publicamos hoy, todo a punta a un próximo relevo en la cúpula de Batasuna cuyas principales víctimas serían Arnaldo Otegi, , Juan José Petrikorena -uno de sus hombres de confianza- y Rafa Díaz Usabiaga, el secretario general de LAB». No sé si Rafa Díaz, de quien una no tenía noticia, será una de esas «víctimas» pero, si se refiere a Rafa Díez, lo dudo tanto como su pertenencia a la «cúpula» de Batasuna.

Más adelante nos da una prueba de que «ETA ha recuperado su línea más radical», y no es otra que «el endurecimiento de la forma y fondo de sus cartas de extorsión a empresarios. Si durante la tregua éstas no contenían en general amenazas directas, en la última tanda (...) la banda intimida directamente con `acciones en contra de los bienes o la persona'...». No sé si es muestra de la radicalización que menciona, pero no resulta sorprendente, ahora no, lo que ayer nos contaban numerosos medios sobre dichas cartas en una organización que ha dado por finalizado un alto el fuego.

Para él, la conclusión es clara: «el Gobierno debería dejar claro que elimina cualquier posibilidad de reabrir el llamado proceso de paz...». Es decir, lo mismo que, según «El Mundo», ETA.