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Martin Garitano Periodista

La moraleja de Nafarroa

Los acontecimientos políticos en Nafarroa, vistos como un espectáculo con PSN, NaBai y UPN como principales actuantes, empezaron al modo de una telenovela venezolana, con pasiones desatadas y grandes amoríos prohibidos entre el partido que sentenció la partición territorial de Hego Euskal Herria y la extraña coalición que suma ex maoístas, jelkides de acreditada derecha, socialdemócratas y escindidos de la izquierda abertzale

Lo que no parecía posible en la vida real adquirió tal fuer- za virtual en la pantalla -sobre todo en la cadena que emite desde la CAV- que más de uno -y más de dos, todo hay que decirlo- llegaron a confundir el guión de los deseos con la realidad.

El culebrón dio paso a la tragedia. Como en las obras de los clásicos, se sucedieron episodios dignos de los griegos y, así, Uxue Barkos se quedó sin alcaldía, Koldo Amezketa sin presidencia del Parlamento y Patxi Zabaleta sin vicepresidencia del Gobierno foral. Todo ello, además, en medio de una sucesión ininterrumpida de renuncias y sacrificios que llevaban a los protagonistas al borde mismo de la desesperación. Pero hablaron al final los dioses -ésos sí que existen- y se consumó la tragedia.

Como no hay dos sin tres, la tragedia se tornó vodevil, comedia bufa. Chivite, cien veces amarillo ante sus jerarcas de Madrid y otras cien ante buena parte de su militancia; Puras, que ha preferido ponerse rojo una sola vez, en su casa, y los del llamado «sector crítico» de fiestas en Sartaguda con Odón Elorza como artista invitado.

Y todo ello para que al final el asunto haya acabado como los dibujos animados infantiles. Pero al revés: el lobo Sanz se ha comido a los tres cerditos, ha raptado a Caperucita y le ha dado una paliza de muerte a la abuelita. Y es que, ¿saben?, el patito feo era eso, un patito feo. Y no un cisne blanco. Esa es la moraleja.

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