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Amaiur resurge para dar testimonio de la historia de Nafarroa

Numerosas personas se dieron cita ayer en Amaiur para conocer de primera mano los resultados de la segunda campaña de excavaciones que Aranzadi y Udako Euskal Unibertsitatea han realizado para sacar a la luz los restos del que tradicionalmente ha sido considerado el último castillo navarro que resistió a la conquista castellana. Son los testimonios de una historia enterrada durante 500 años y que, al parecer, algunos prefieren que siga sin salir a la superficie.

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Martin ANSO | BAZTAN

Ante el obelisco erigido en memoria de los caballeros que en 1522 defendieron en el castillo de Amaiur la independencia del reino de Nafarroa -obelisco sobre el que ayer alguien tuvo a bien depositar flores blancas-, el sonido de la txalaparta recibió a las numerosas personas que se acercaron para conocer in situ los resultados de la campaña de excavación arqueológica que, por segundo verano consecutivo, han desarrollado voluntarios de Aranzadi y Udako Euskal Unibertsitatea, en colaboración con vecinos del pueblo, quienes, en auzolan, han eliminado abundante maleza.

Aunque existen referencias sobre posiciones fortificadas en el cerro de Amaiur muy anteriores, el castillo propiamente dicho data del siglo XIV. A principios del XVI, coincidiendo con la invasión castellana, fue «forrado» con un poderoso baluarte en forma de estrella, ya que las defensas medievales habían quedado obsoletas ante el avance de la artillería.

En la excavación del verano pasado, la primera, los arqueólogos, que trabajaron sobre todo en la ladera que baja a la carretera a Dantxaria, pudieron constatar que, a pesar de la destrucción de que fue objeto en el siglo XVI y de 500 años de expolio e incuria, en Amaiur quedaba «mucho más castillo» del que cabía esperar. En la campaña de este año, han podido identificar los restos de la construcción medieval, la del siglo XIV, así como la parte del baluarte correspondiente a la ladera que baja al pueblo con el que fue reforzada en el siglo XVI. Un baluarte en cuyos muros, todavía ayer, los visitantes pudieron ver balas de cañón incrustadas -alguna incluso completa-, procedentes, sin duda, del bombardeo a que fueron sometidos los defensores de Amaiur en 1522 por la artillería del ejército castellanas, comandado por el conde de Miranda.

«Hemos identificado -indicó Juantxo Agirre, director de la excavación-, prácticamente toda la planta del castillo del siglo XIV, incluida su puerta principal. Era de planta más o menos cuadrangular, con muros de buena factura, de aproximadamente 1,5 metros de espesor. Los ángulos estaban protegidos por torres macizas de unos 6 metros de diámetro, de las que hemos encontrado los restos de tres, aunque, según la documentación, debe haber al menos otras dos. Los de la torre del homenaje, así como el aljibe, probablemente están bajo el relleno que se realizó en los años veinte para emplazar el obelisco».

Las estructuras halladas están en «un estado excelente», destacó el arqueólogo, sobre todo teniendo en cuenta que, «en estos casos, con frecuencia apenas nos encontramos poco menos que con piedras sueltas».

Este buen estado de conservación ha permitido a Enrique Lekuona, uno de los integrantes del equipo de Aranzadi, realizar, a través de una serie de acuarelas, una reconstrucción de aquel castillo medieval que, como cabía esperar, presentaba un aspecto similar al de otros contemporáneos del entorno, alguno de los cuales, como el de Maule, aún sigue en pie y puede servir como referencia.

Pegado a este castillo medieval se hallan los restos del baluarte construido en el siglo XVI. «El autor del proyecto debió ser un ingeniero militar importante, sin duda, y los canteros también eran de primera», señaló Agirre, al tiempo que subrayaba sus palabras mostrando algunas de las imponentes piezas de sillería que formaban el forro de aquella construcción. Tras el muro de piedra se escondía -se esconde- un aglomerado de argamasa muy consistente.

«La parte del baluarte hallada -informó el historiador Aitor Pescador, que colabora con las investigaciones- corresponde a la que el conde de Miranda ordenó bombardear en primer lugar. Luego, en vista de que el castillo no cedía, se vio obligado a cambiar el emplazamiento de la artillería».

En un ángulo del baluarte se aprecia una importante brecha que no sólo amenazó el equilibrio del muro, sino el del propio monte. Probablemente son los efectos de una mina. «La documentación señala que los castellanos hicieron estallar al menos dos antes de la capitula- ción», hizo notar el historiador.

Al igual que el verano pasado, los arqueólogos han encontrado, además, abundantes piezas de metal -clavos, balas, una punta de espada, monedas...-, huesos de fauna con la que se alimentaban los soldados del castillo y abundante cerámica. «En ese sentido -dijo el director de la excavación-, no es nada diferente a lo que solemos encontrar en castillos de este tipo».

Voluntad de continuar

Ayer, en el acto de presentación, junto a miembros de Aranzadi, con el presidente de la sociedad, José Miguel Larrañaga, al frente, participaron el alcalde de Amaiur, Miguel José Aristi -a quien, por su grado de implicación en el proyecto, Agirre presentó en broma como «el alcaide de Amaiur»-; la alcaldesa de Baztan, Virginia Aleman, y Laura Yanci, en nombre de Udalbide, que financia los trabajos. Todos coincidieron en la necesi- dad de continuar con un proyecto que, además de la investigación, prevé la consolidación de los restos hallados, con la mira puesta en lo que podría ser un futuro centro de interpretación de la historia de Nafarroa.

El colofón al acto lo puso el grupo Gaztelu, que interpretó la canción «Amaiur, zintzo ta leiala», secundado por las voces de los voluntarios que han participado en la excavación.

No es «un castillo más», ni para quienes tratan de sacar a la luz sus restos, ni para quienes prefieren que sigan sepultados

En Amaiur, lógicamente, aparecen restos similares a los hallados en otros castillos de la época, desde munición a tejas, pasando por los huesos de los animales (principalmente oveja y cordero) que consumían los soldados. A pesar de ello, el de Amaiur no es «un castillo más». No lo es, ni para quienes se afanan en sacar a la luz los restos de su historia, ni para quienes, al parecer, siguen empeñados en que, incluso cinco siglos después, sigan sepultados. Fueron muchas las alusiones al respecto que pudieron escucharse ayer en boca de quienes participaron en el acto de presentación de los resultados de la excavación. La más explícita, sin duda, fue la de Martin Garde, quien intervino en nombre del Ayuntamiento del Baztan. «Es triste decirlo -declaró en euskara-, pero el Ayuntamiento es la única institución que respalda este proyecto. El Gobierno de Nafarroa no ha querido saber nada. ¿Por qué? Porque este castillo es referente de una historia que algunos han pretendido borrar. Por lo visto, les da miedo. Pues es verdad, no lo negamos: el castillo de Amaiur es referente de la historia de otra patria, de la patria de Nafarroa, de la patria de Euskal Herria».

También el director de la excavación, Juantxo Agirre, quiso hacer su aportación al respecto: «Ya sabemos que aquí hay muchos sentimientos -dijo-. Esos sentimientos fueron los que en 1924 llevaron a un grupo de ciudadanos a impulsar la construcción del obelisco que hoy corona la colina de Amaiur, para que quedara en nuestra memoria como testigo de la historia. Casi cien años después, esos sentimientos nos llevan a nosotros a estudiar con metodología científica todos los restos y a divulgarlos. En el siglo XXI, ésa es nuestra aportación a la memoria». M.A.

 

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