Por qué los donostiarras agradecen la iniciativa popular de «los Piratas»
Donostia es una de esas capitales que, en detrimento de su propia cultura, ha padecido y sigue padeciendo las consecuencias de que tanto los Borbones españoles como el mismísimo dictador Franco la eligieran para veranear y, de facto, imponer un modelo social y festivo clasista y español.
Gari MUJIKA
Iruñea cuenta con las Peñas, Gasteiz con los Blusas y Bilbo con las comparsas. ¿Y qué tiene Donostia? ¿Acaso, los piratas?». Ésta fue la pregunta que hace cuatro años lanzó una presentadora de televisión al alcalde, Odón Elorza, en el ecuador de Aste Nagusia. Elorza calló, luego titubeó y finalmente se ciñó a responder que el Ayuntamiento colabora con la iniciativa de Donostiako Piratak. Una afirmación que le sirvió para salir airoso de la entrevista. Pero si esta iniciativa popular ha salido adelante ha sido, únicamente, por su propio esfuerzo.
Cinco velas serán las que apagarán este año las cientos de personas que edición tras edición participan en los actos festivos organizados por «los Piratas». Ya van cinco, y parece que la dinámica en pro de unas fiestas populares, organizadas por y para los donostiarras, tendrá una larga vida. Eso demuestran las miles de personas que acuden a la plaza de la Trinidad, como estaba previsto anoche, a gozar de los conciertos que dan el pistoletazo de salida a una semana de fiesta y jolgorio. Y es que, en contra de lo que piensan muchos, gracias a Donostiako Piratak, en la capital guipuzcoana también existe diversión y animación propia, además de los enquistados fuegos artificiales y la degustación nocturna de helados.
Decir que la verdadera fiesta de Donostia se celebra el 20 de enero, comenzando puntualmente a medianoche, no sería faltar a la verdad, pero sólo serviría para eludir el problema central. ¿Por qué no cuenta en verano con unas fiestas verdaderamente populares? Muy sencillo. Porque así lo han querido los diferentes gobernantes que ha tenido la ciudad en su historia.
«La Semana Grande de San Sebastián», «las mejores fiestas de España», como año tras años titulaban varios diarios españoles con motivo de las «estancias veraniegas» de Francisco Franco o la duquesa de Alba, o anteriormente de los Borbones, fue creada expresamente para dar disfrute a la élite económica y política del Estado español. Con el tiempo, todo se puede convertir en costumbre. La fama que precede a Aste Nagusia por sus fuegos artificiales y por el deguste de helados lo confirman.
La necesidad convertida en virtud
Pero, por suerte, ésa no ha sido la realidad imperante en la historia festiva de la capital guipuzcoana, aunque se hayan intentado silenciar, a base de represión, las expresiones populares que, como en el resto de pueblos y ciudades de Euskal Herria, han existido.
No obstante, nunca en la historia reciente de Donostia una dinámica así había hecho tanta mella entre los donostiarras como han conseguido hacerlo los impulsores de Piratak. En esencia, el éxito de iniciativas como la de Abordatzera -el lunes se demostrará de nuevo- pivotan sobre una razón, mejor dicho, una demanda: la necesidad de la ciudadanía de participar en unos actos organizados por ella misma y dirigidos, en primera instancia, al disfrute de los donostiarras.
Una razón tan simple como necesaria y que tiene su respuesta, por ejemplo, en las personas que animan a los jóvenes de los diferentes barrios que, como mañana, lunes, arrastran por las calles las cajas, maderas, palés y utensilios de todo tipo que emplearán para confeccionar las balsas en las que «abordarán la playa de la Concha». Hace cinco años, cuando surgió la iniciativa Donostiako Piratak con objeto de ofertar unas fiestas populares y participativas, inexistentes hasta entonces, los donostiarras se debatían entre la incredulidad, el vértigo a lo novedoso y la esperanza. Ese último término fue, al menos, el empleado por un octogenario que no ocultó su sorpresa y alegría al ver a media docena de jóvenes arrastrar su seudo-balsa desde el barrio de Gros hasta el puerto de Donostia. No era para menos. Con la salvedad exclusiva de Donostia Eguna, nunca una dinámica festiva así había generado tanta afluencia de participación, expectación e ilusión de poder identificarse con unas fiestas propias, organizadas por las vecinas y vecinos de esta ciudad.
Odón Elorza, en la entrevista televisada de hace cuatro años, no mintió del todo, pero tampoco dijo toda la verdad. La primera edición de Donostiako Piratak, en 2002, parecía que iba a descarrilar sin apenas haber comenzado a andar. Y ello, por la prohibición del Ayuntamiento de los conciertos que el primer sábado de Aste Nagusia dan el pistoletazo de salida. Hubo protestas, movilizaciones... y, al final, los conciertos se llevaron a cabo. Y el éxito que cosechó la primera edición de Abordatzera, un tanto estrambótica, despejó todas las dudas sobre el futuro que le esperaba a la recién nacida.
Pero Piratak no se han quedado en el abordaje. No se conforman con eso. Ni con conseguir aglutinar en la comida popular a más de seiscientas personas, Ni en las mejores épocas de Donostiako Kuadrilak se consiguió alcanzar esas cotas. Donostiako Piratak, que surgió de la iniciativa propia de jóvenes que se movían en gazte asanbladas de Donostia, ha demostrado en estos cinco años que eran conscientes de la escasa oferta festiva, propia y participativa.
Donostiako Piratak ha ido paulatinamente aumentando la oferta de actividades que lleva a cabo durante Aste Nagusia. Reforzó los conciertos, incrementó la apuesta sobre Abordatzera, ofertó dos días en Alde Zaharra para llevar a cabo juegos populares entre cuadrillas y, como colofón a las fiestas, organiza un pasacalles irónico en el que representan a los gobernantes locales ataviados como ilustres personajes de la Belle epoque.
Pero ha habido más, mucho más. Cada diciembre organiza el concurso de cortos cinematográficos, en el Gaztetxe Letaman. Este año, además, ha organizado un concurso de música dirigido a los jóvenes que se abren paso en el mercado y en el que prevalecen valores como la autofinanciación, autoelaboración y la libre difusión cultural.
No obstante, su mayor logro ha sido demostrar a los donostiarras que unas fiestas populares y participativas sí son posibles, y dar pasos continuamente para que, lo antes posible, se convierta en una realidad. Porque un aspecto importante es que no pretenden ser un objetivo en sí mismo. Si uno se adentra en www.izanpirata.info comprenderá el porqué: Donostiako Piratak es sólo uno de la treintena de colectivos y organismos que han suscrito un manifiesto en pro de unas fiestas populares organizadas por y para los donostiarras. Y, a la vista de los resultados, ha sido el detonante para que en la capital de Gipuzkoa existan una fiestas verdaderamente participativas para el disfrute de los donostiarras.
Después de que anoche, si se cumplieron las previsiones, se pudiera disfrutar de los conciertos organizados por Donostiako Piratak en la plaza de la Trinidad, en Alde Zaharra, con Berri Txarrak, Etsaiak e Instep, los jóvenes de Donostia ultiman los preparativos para adueñarse mañana de la bahía de la Concha a bordo de sus coloridas y más que peculiares balsas.
Aste Nagusia ya ha arrancado -aunque el cañonazo oficial no se escuchará hasta esta tarde- y también los eventos festivos organizados por los jóvenes de Donostia. Mañana se llevará a cabo el acto central por excelencia de los Piratas: Abordatzera Eguna. Además, este año la comida popular de mañana, prevista para al menos las seiscientas personas que participaron el año pasado, se realizará en el mismo puerto, desde el que saldrán, a partir de las 17.00, las decenas de balsas con intención de llegar hasta la playa.
El martes y el jueves llegará el turno para los juegos populares, como Altxorraren Bila, o los dirigidos a los más pequeños, que debe esperar al jueves. Y el domingo, día en el que finaliza Aste Nagusia, los Piratas llevarán a cabo un «desfile de autoridades» particular, en el que resalta la ironía, como demuestran las vestimentas con las que se atavían para recorrer, a partir de las 17.00, las calles de Alde Zaharra.