Ahora los de UPN, en plan filosoberanista, quieren grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados español y ya han empezado los nervios en la derechona de siempre. El editorialista de «El Correo Español», además de recordar que UPN tiene sólo dos diputados y que vaya birria de grupo parlamentario es ése, advertía de que la aspiración de los de Sanz, «coloca a Mariano Rajoy, a unos meses de los comicios generales, ante una disyuntiva similar a la que terminó con la dimisión en Cataluña de Josep Piqué. Que no es otra que la derivada de una estrategia opositora capaz de mantener compactada la base electoral de los populares, pero que se ha arriesgado, al tiempo, a perder penetración social en aquellas comunidades sobre las que esa política se ha proyectado con mayor contundencia».

Mientras tanto, su primo hermano, el «Abc» de Madrid, celebraba que «gracias a la presión realizada por el PP, en el ejercicio legítimo de su labor de oposición, y al rechazo general en el resto de España de un pacto con nacionalistas independentistas, el PSOE dio marcha atrás, (...) después de haberse decidido unánimemente por conformar un gobierno con el nacionalismo panvasquista». ¡Albricias!

Pero todo se chafó enseguida: «la súbita propuesta de que UPN constituya un grupo parlamentario propio introduce un debate de dudosa necesidad y manifiestamente inoportuno. (...) plantear esta segregación parlamentaria en el momento actual -más aún si da lugar a que pueda ser interpretado como una especie de premio al PSOE por facilitar a Miguel Sanz la presidencia de Navarra- tiene unas connotaciones negativas para el PP, porque da a entender que este partido es una rémora para UPN y que la verdadera crisis política en Navarra está ubicada en estos dos partidos». La preocupación, como ven, empieza a tornarse angustia.

Y es que le da una pena infinita que, ahora que habían conseguido destrozar al PSN, empiecen a devorarse entre ellos: «El problema en Navarra lo tiene Zapatero, no Rajoy ni el PP ni UPN, (...) el don de la oportunidad es fundamental para no causar daños innecesarios y dar oxígeno a quien sí está sumido en una crisis de envergadura». Como reza el adagio latino: Excusatio non petita, acusatio manifiesta. Hay lío.