A la espera de lo que depare el Pleno de Política General que tendrá lugar en la Cámara de Gasteiz en setiembre, Juan José Ibarretxe aprovechó ayer la recepción oficial al nuevo equipo de gobierno de la Diputación de Araba para augurar «grandes cambios en política», aunque los situó no en esta legislatura que concluirá en su ámbito en 2009 sino durante «los próximos cuatro años».

En concreto, el jefe de gobierno de Lakua apuntó que estos «grandes cambios» tendran que «hacer realidad» los «compromisos» del tripartito -que en su programa de investidura fijó la celebración de una consulta en el marco de esta legislatura, cuestión que ha sido censurada expresamente por el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, en su artículo «No imponer, no impedir»-.

Ibarretxe apuntó además que los cambios que prevé irán dirigidos a «incrementar el protagonismo de la sociedad vasca» y defendió que la Diputación alavesa conformada por PNV, EA y Aralar debe ser «una punta de lanza para lograr nuestro sitio en este mundo globalizado».

Al margen de ello, el lehendakari ahondó en otros aspectos habituales en su discurso político, como la consideración de que «el ciclo de la violencia de ETA se ha terminado para siempre», aunque matizó acto seguido que «eso no quiere decir que no vayamos a tener tremendos disgustos».

«Decidiremos aquí»

De igual modo, Ibarretxe volvió a esgrimir la teoría de las «dos orillas»: la de PP y PSOE y la del «mundo de Batasuna». A estos últimos les reprochó que «no acaban de pronunciarse y desmarcarse con rotundidad de la violencia». Y a los partidos estatales que dirigen José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy les espetó que «no admiten que este pueblo exista como tal y que tengamos capacidad de decidir por nosotros mismos».

«Tienen que tenerlo muy claro; el futuro del pueblo vasco lo vamos a decidir aquí, en Euskadi y en Vitoria, no se va a decidir nunca en Madrid», añadió.

Por su parte, el nuevo diputado general alavés, Xabier Agirre (PNV) coincidió con Ibarretxe en la necesidad de que defender los derechos «de todas las personas» y de que la sociedad vasca «pueda expresar su voluntad de futuro democráticamente».