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tragedia en perú tras el terremoto

La desesperación se apropia de los supervivientes en Perú

Caos, destrucción, desolación. Ese es el panorama de las localidades peruanas afectadas por el intenso terremoto. Las víctimas mortales superan el medio millar y los damnificados siguen a la intemperie buscando desesperadamente a sus familiares entre los escombros y los cadáveres que se hacinan en plena calle. «Por no haber, no hay ni ataúdes», relataron sobrevivientes. Aunque la ayuda internacional está llegando, faltas mecanismos para poder repartirla.

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Ainara LERTXUNDI | DONOSTIA

«Mi casa se movía como las olas, sólo veía muerte y desolación». Es el testimonio del alcalde de Pisco, Juan Mendoza. En tan sólo dos minutos, el 80% de esta ciudad, de 130.000 habitantes, quedó totalmente destruido. «El terremoto fue una cosa indescriptible, mi casa se movía como si fueran olas, cuando vi lo que había pasado fue la impresión más grande, gritaba como un loco, sólo veía gente que lloraba, muerte y desolación», resaltó.

Su relato se funde con el de miles y miles de personas que lo han perdido todo. Las casas, de simple adobe, no pudieron resistir el embate del fuerte terremoto. Ayer, los sobrevivientes retiraban las sábanas o mantas que cubrían los cadáveres esparcidos por el suelo de la Plaza de Armas de Pisco en busca de sus familiares. «Es una destrucción total», subrayó entre sollozos una pareja que intentaba localizar a su hijo de 15 años. En la tarde del jueves, los equipos de rescate consiguieron encontrar a dos personas con vida entre las ruinas de la iglesia de San Clemente, donde ayer todavía había entre 30 y 40 vecinos atrapados que, en el momento del terremoto, asistían a misa. Hasta el cemento quedó derruido. Enormes grietas partieron el piso en mil pedazos, dejando al descubierto los féretros.

«Entre tinieblas tratamos de ponernos a buen recaudo, salimos de la casa con todo lo que pudimos coger para abrigarnos y peregrinamos toda la noche hacia las colinas que estaban llenas de gente», señaló Palmiña Panduro, de 39 años. Como ella, muchos habitantes decidieron ir hacia la zona de las colinas, porque temían «que se saliera el mar». «No sabemos qué hacer», resaltó esta madre de tres hijos.

En plena calle

Los hospitales también quedaron prácticamente inutilizables y los que aún son operativos están colapsados. Los heridos eran atendidos en plena calle, tumbados en colchonetas o, en el mejor de los casos, en colchones a la espera de la llegada de alguna ambulancia. La escasez de suero y de otros materiales sanitarios se agudizó conforme pasaban las horas. Mientras, los servicios de emergencia reiteraron el llamamiento hecho a los peruanos para que acudiesen a donar sangre. Cerca de un centenar de heridos graves con traumatismo craneoencefálico, politraumatismos, fracturas y heridas de diversa consideración fueron evacuados de Pisco a hospitales de Lima.

Para el traslado se emplearon aviones de la Fuerza Aérea Peruana, ya que las carreteras también quedaron seriamente dañadas. Más de 200 metros de la Panamericana están completamente destrozados. En esta situación, muchos de los conductores que intentaban acceder a las localidades afectadas se hartaron y decidieron ir caminando. El mal estado de las infraestructuras retrasó sobremanera el reparto de ayuda.

«Por no haber, no hay ni ataúdes. Han enviado una remesa pero menos de lo que habían dicho», destacó un vecino.

«No tenemos nada, ni agua, ni luz ni tampoco donde comprar», indicó un matrimonio de Chincha en declaraciones a una cadena de televisión peruana. Una de las paredes de la vivienda se desplomó a causa del temblor y la viga que permanecía en pie estaba a punto de hacerlo. «Todo esfuerzo es pequeño ante la magnitud de la tragedia», incidieron ante la mirada incrédula de su hijos.

Al igual que en Pisco, las casas de cemento se resintieron seriamente, quedando reducidas a escombros en muchos casos. La gente, además, no se atrevía a entrar al interior por miedo a derrumbes. «El panorama es desolador», afirmaron testigos. Los damnificados tuvieron que pasar la noche a la intemperie a una temperatura de nueve grados. Ahora es invierno en Perú.

En medio de este «desolador panorama» llegó el presidente peruano, Alán García, a Pisco, donde le aguardaban gritos de protesta de los ciudadanos que no entendían cómo era posible que él hubiera llegado y no la tan ansiada y necesitada ayuda de emergencia.

A falta de agua y alimentos

García les pidió que no caigan en la desesperación. «Nadie va a morir de sed ni de hambre. Cualquier grito destemplado forma parte de la desesperación o la histeria comprensible», dijo. Acto seguido, advirtió de que se «impondrá el orden» para evitar actos de pillaje. García dio garantías de que se enviarán alimentos y agua potable de forma paulatina. «Lo más urgente, en estos momentos, es enterrar a las personas fallecidas y desplazar a los heridos más graves a Lima», sostuvo. Precisó que, en las últimas horas, se habían enviado 300 ataúdes y que 436 heridos fueron trasladados a Lima. Anunció también la habilitación de centros educativos como albergues momentáneos.

Por su parte, el jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), Luis Felipe Palomino, reclamó agua potable, alimentos y medicinas. «No nos damos abasto para llevar agua por la magnitud de los daños», incidió tras urgir la instalación de plantas potabilizadoras en Pisco, Ica, Chincha y Cañete.

Calificó de «fundamental» el envío de alimentos y medicinas, «sobre todo, vacunas antitetánicas, antibióticos y analgésicos». Añadió que se necesitan hospitales de campaña y clínicas móviles así como «personal médico profesional». Demandó también con urgencia carpas, herramientas para retirar escombros, mantas o frazadas. Palomino recordó que «más de 30.000 viviendas han sido destruidas y son inhabilitables».

Comienza a llegar la ayuda

El presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, adelantó la llegada de doce aviones con material. El primero en hacerlo fue, paradójicamente, el enviado por Bolivia, uno de los países más pobres de Latinomérica. Desde Santiago de Chile partió un avión Hércules de la Fuerza Aérea con 20 toneladas de alimentos no perecederos, medicinas, elementos de abrigo, como tiendas de campaña y mantas, y pañales para bebés.

Ecuador mandó 10,4 toneladas de galletas proteicas, de fácil consumo, sobre todo, para los niños. Estaba previsto que el cargamento de este producto, especialmente elaborado en Ecuador por el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas para damnificados de desastres naturales, llegara ayer por la noche a la base militar de Pisco. El lunes, Ecuador enviará una segunda donación con prendas de vestir, carpas, abrigos, medicinas.

El Gobierno argentino donará cinco millones de pastillas potabilizadoras de agua, botiquines y enviará un grupo de médicos expertos en catástrofes. El ministro de Salud, Ginés González García, señaló que un «equipo mayor de profesionales, entre los que hay médicos, sicólogos y enfermeros» está preparado en caso de «un eventual pedido de refuerzos por parte de las autoridades peruanas».

Organismos como Cruz Roja, UNICEF y Acción contra el Hambre habilitaron distintas cuentas bancarias. La primera alertó a todos sus equipos de emergencia en la zona para asistir a las víctimas y evaluar los daños. Dos aviones de la Federación Internacional de Cruz Roja y la Media Luna Roja salieron desde Panamá a Pisco cargados con tiendas de campaña, toldos para alojamiento temporal, mantas y depósitos para almacenar agua para 2.000 familias.

Prevenir enfermedades

El representante de UNICEF en Perú, Guido Cornale, señaló que «lo más importante es actuar con celeridad para prevenir las diarreas en los niños, que suelen ser muy frecuentes cuando los barrios han colapsado, no hay agua segura y las condiciones de higiene son precarias».

La ONG Médicos del Mundo desplazó a Perú cuatro cooperantes con material sanitario. El equipo estaba compuesto por un médico de atención primaria, un pediatra, un enfermero y un logista. Este primer kit básico de 200 kilos incluye fármacos y lo necesario para atender a mil personas durante un mes.

Según explicó el director del Departamento de Operaciones de Médicos del Mundo, Donato Capozzi, estarán dos semanas, en las que evaluarán la posibilidad de extender plazos o mandar un segundo equipo.

La ONU habilitó a su Equipo de Coordinación y Evaluación de Desastres. Su función es la de evaluar las prioridades y ayudar a las autoridades locales y al coordinador de Naciones Unidas residente en el país en la gestión de las operaciones humanitarias. Ante la respuesta internacional, el presidente del Consejo de Ministros peruano, Jorge del Castillo, consideró «importante tener un mecanismo de coordinación entre las distintas instituciones para poder programar adecuadamente el apoyo».

Oposición y total rechazo

Las promesas del Gobierno se topan con la falta de vehículos de gran tamaño en Pisco, complicando la distribución de ayuda. Miembros de la Cruz Roja colombiana que llegaron el jueves a esta caótica ciudad se lamentaron de la escasez de camiones y criticaron los problemas para poder repartir los materiales. De hecho, sus equipos de rescate y purificadores de agua seguían todavía ayer almacenados.

«Aún queda gente bajo los escombros y nuestros equipos continúan a la espera de que un camión llegue para trasladarlos a la ciudad», dijo uno de los bomberos. Las autoridades han tenido que recurrir a todo tipo de transporte, desde pequeñas furgonetas hasta camiones de basura, ya que en Pisco sólo hay un camión de gran tamaño.

Reanudación de actividades

El pequeño aeropuerto se ha convertido en el centro neurálgico de la llegada de ayuda a la ciudad, que cuenta con cinco campamentos de distribución pero donde las protestas se suceden por las largas colas.

Pese a la magnitud de la tragedia, algunas de las localidades afectadas intentaban reanudar las actividades diarias. En Ica, por ejemplo, varias farmacias y un par de restaurantes y algunos centros comerciales se animaron a abrir sus puertas. Los bancos también hicieron lo posible por restablecer sus servicios pero sin atender al público.

El alcalde provincial de Ica, Mariano Nacimiento, remarcó que lo primordial era el restablecimiento del servicio eléctrico. El centro de abastos conocido como Mercado Antiguo de Grau continuaba cerrado por labores de limpieza. No obstante, vendedores ambulantes ofrecían frutas y verduras.

Eso sí, las miles de personas que perdieron sus casas seguían concentradas en carpas levantadas en el estadio José Picasso Perata.

El Gobierno recomendó a los padres que lleven a sus hijos al colegio y, tras lo ocurrido, abogó por «fortalecer una cultura de prevención», reforzando, por ejemplo, los simulacros.

 

Nuevas réplicas sísmicas hacen saltar las alarmas

Perú vivió ayer varias réplicas del terremoto que sufrió el miércoles, que volvieron a causar la alarma en el país y, sobre todo, entre los afectados. La más fuerte de estas réplicas alcanzó los 5,5 grados en la escala de Ritcher y volvió a estremecer el departamento de Ica, el más afectado el miércoles.

El nuevo movimiento telúrico, que se sintió también en Lima y que hizo saltar todas las alarmas, se registró a las 8.19 horas (15.19 horas, en Euskal Herria) y tuvo su epicentro en el mar, a 70 kilómetros al oeste de la localidad costera de Pisco y a una profundidad de 23 kilómetros, según el Instituto Geofísico de Perú.

Como consecuencia del temblor, la gente salió corriendo por las calles de Pisco y se concentró en la Plaza de Armas, donde está ubicado el centro de operaciones de los equipos de rescate, sin que se registraran víctimas ni daños materiales.

Tras este nuevo temblor, las unidades de los bomberos desplazadas a la zona pidieron a la población calma a través de los altavoces situados en el centro de la ciudad. La alarma por esta réplica fue menor a las generadas por las primeras que se produjeron tras el fuerte terremoto de 8 grados del miércoles, debido a que la población «se está acostumbrando a ellas», señaló John Castro, un portavoz del Ministerio peruano de Salud.

Castro también criticó la alerta «irresponsable» de un posible maremoto que se dio después del temblor, que atribuyó a intenciones de saquear viviendas y comercios.

Una hora antes, a las 7.13 horas (14.13, en Euskal Herria), otro temblor que alcanzó los 4,2 grados en la escala Ritcher, con epicentro a 72 kilómetros al suroeste de Ica, sacudió la zona.

La última de las réplicas, de 4,1 grados, se dejó sentir en el departamento norteño de Piura, zona fronteriza con Ecuador. Este movimiento sísmico se registró sobre las 11.30 hora local (18.38 horas, en Euskal Herria) y tuvo su epicentro a unos quince kilómetros al suroeste de la ciudad de Sullana. Su profundidad fue de 42 kilómetros y se dejó sentir, sobre todo, entre los ciudadanos que se encontraban en las partes altas de los edificios.

Desde el terremoto del miércoles, se calcula que se han sentido más de 300 réplicas de distinta intensidad en el país.

Además de las réplicas que afectaron a distintas zonas de Perú durante el día, tsunamis de poca intensidad originados por el terremoto que sacudió el país latinoamericano, de veinte centímetros, alcanzaron ayer la costa oriental japonesa durante la madrugada nipona, informó la agencia local Kyodo.

La Agencia Metereológica de Japón mantuvo la alerta por tsunami hasta las 6.00 horas (de Euskal Herria), en previsión de que se registrasen olas de medio metro de altura a raíz del seísmo peruano.

El primer registro de tsunami se produjo en la provincia de Iwate, al norte de Honsu, la mayor de las islas japonesas, y, posteriormente, se registraron anomalías en el tamaño de las olas en las costas de Hokkaido (al norte de Japón) y Kyushu (al sureste del país), y en el archipiélago meridional de Okinawa. GARA

 

Varios seísmos golpean el Mar de Banda cerca de Molucas

Un terremoto de 6,2 grados de magnitud en la escala abierta de Richter sacudió ayer el Mar de Banda cerca de las Islas Molucas, en Indonesia, menos de una hora después de que se registrara en la misma zona otro seísmo de 5,7 grados Richter.

No trascendieron datos sobre víctimas o daños materiales graves y las autoridades no emitieron alerta de tsunami, informó el Servicio Geológico de Estados Unidos.

El movimiento telúrico ocurrió a las 12.04 hora local (5.04 horas en Euskal Herria), a 230 kilómetros al sureste de la ciudad de Ambon, capital de la provincia de Maluku, en las Islas Molucas, 2.500 kilómetros al este de la capital indonesia, y tuvo su epicentro en el Mar de Banda, a 35 kilómetros bajo el nivel de las aguas, según la misma fuente. Otras dos fuentes diferentes lo situaron a 60 kilómetros bajo el nivel del mar y a 10 kilómetros bajo el nivel de mar, respectivamente.

Sólo 58 minutos antes, otro terremoto de 5,7 grados Ritcher golpeó la misma zona del centro del archipiélago indonesio.

Indonesia, el mayor archipiélago del mundo, se asienta sobre el llamado «Anillo de Fuego del Pacífico», una zona de gran actividad sísmica y volcánica que es sacudida por unos 7.000 temblores al año, la mayoría de escasa magnitud.

El 26 de 2004, un fuerte seísmo sacudió la costa de la isla de Sumatra, creando una serie de tsunamis (olas gigantes) que sembraron la destrucción en una docena de naciones regadas por el océano Índico y causaron la muerte de más de 226.000 personas.

GARA

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