Varios proyectiles de mortero impactaron ayer contra viviendas en el barrio de Al Ubaidi, de mayoría chií, en el este de la capital, donde más tarde se desataron combates entre militares estadounidenses y milicias chiíes del ejércido de Al Mahdi, que lidera el clérigo Muqtada Al Sadr, según informaron fuentes policiales iraquíes. Como resultado del ataque y los posteriores enfrentamientos murieron al menos doce personas, la mayoría mujeres y niños, y resultaron heridas 45 más.

Este atentado con morteros forma parte de la ola de violencia desatada entre suníes y chiíes en la capital iraquí, a la que el fracasado plan estadounidense de seguridad «Aplicamos la Ley» trata de poner fin desde el pasado 14 de febrero.

Además, al menos quince personas fueron secuestradas ayer por un grupo de insurgentes en el barrio de Bab al Muazan, en el centro de Bagdad, informaron fuentes policiales. Los secuestrados viajaban a bordo de un microbús que se dirigía a la estación de autobuses, cuando los secuestradores, que instalaron un puesto de control falso, les obligaron a bajarse del vehículo y los capturaron.

Estos dos sucesos ocurrieron mientras responsables políticos del Irak ocupado -su presidente, el kurdo Yalal Talabani, y su primer ministro, el chií Nuri al Maliki, entre otros- se reunían por segundo día consecutivo para intentar buscar una solución a la crisis en la que está inmersa el país desde que varios ministros se retiraran del Gobierno a principios de agosto.

«Fea y vergonzosa»

Por otro lado, el consejero militar del Gobierno de EEUU, Stephen Biddle, auguró que la retirada de las tropas británicas del sur de Irak será «fea y vergonzosa», ya que las milicias chiíes tratarán de atribuirse su marcha. En declaraciones al dominical «The Sunday imes», indicó que los chiíes, que «cuentan con el apoyo iraní» en el sur del país, tratarán de crear la impresión de que son ellos los responsable del repliegue de los soldados británicos. «Quieren dejar claro que han obligado a los británicos a marcharse. Eso implica que emplearán coches bomba, recurrirán a las emboscadas, a las granadas propulsadas por cohetes y habrá un gran número de bajas británicas», advirtió.

Sus declaraciones coinciden con las previsiones del Ejército británico de cara a su retirada en los próximos meses, al estimar que la marcha de sus tropas podría saldarse con la muerte de entre diez y quince militares.