HOMENAJE en Bilbo A LaS víctimas de la tortura
«Los mismos que mataron a Calvo han querido impedir su homenaje»
Aunque el escenario previsto inicialmente varió como consecuencia de los reiterados impedimentos impuestos por las autoridades, el bilbaino Juan Calvo Azabal, muerto en la base de Arkaute en 1993, fue recordado ayer por cientos de personas que secundaron la convocatoria de TAT. El colectivo que agrupa a miles de vascos torturados en las últimas décadas, redobló su compromiso de lograr «que se conozca toda la verdad».
Gari MUJIKA | BILBO
Cientos de personas secundaron ayer por la tarde el acto convocado por Torturaren Aurkako Taldea (TAT) en Bilbo con motivo del catorce aniversario de la muerte del bilbaino Juan Calvo Azabal en los calabozos de la base policial de Arkaute, en Araba. Además de al bilbaino muerto cuando estaba en manos de la Ertzaintza, el acto también se transformó en un altavoz para recordar a los más de 7.000 vascos torturados en las últimas décadas, y especialmente a los que, como Calvo, fallecieron en las comisarías o instalaciones militares como consecuencia de maltratos. Denunciaron los reiterados obstáculos que las autoridades de la capital vizcaina han interpuesto para la celebración del acto y, de forma tajante, aseguraron que «no conseguirán que nos callen y nos silencien, hasta que se sepa toda la verdad, hasta que nos reconozcan a todos los torturados y se eliminen todos los mecanismos que facilitan que la tortura, a día de hoy, siga existiendo».
«Reconocer la verdad; Escalada, Goñi, Arregi, Lasa, Zabala, Zabaltza, Iantzi, Kalparsoro, Juan Calvo Azabal...» rezaba la pancarta que acompañó en todo momento el acto organizado por TAT y que, finalmente, se llevó a cabo en el Arenal bilbaino. Finalmente ya que, tal y como denunciaron los convocantes, «los mismos que mataron a Juan Calvo, la Ertzaintza, en nombre del PNV, han pretendido impedir el acto. Pero será en vano. Porque todos los torturados que nos agrupamos en TAT seguiremos hasta lograr el objetivo que pretenden actos como el de hoy: que se conozca toda la verdad».
La representante del TAT Nekane Txapartegi tomó la palabra para denunciar cómo un 20 de agosto como el de hoy, en 1993, la Ertzaintza «torturó con toda impunidad, hasta llevarle a la muerte, a Juan Calvo». Prosiguió incidiendo en que, como hoy en día, los medios de comunicación y los gobernantes pretendieron «ocultar la verdad, pero el pueblo sabía qué ocurrió. Y, como entonces, nos hemos reunido hoy también para que se sepa toda la verdad».
Eliminar los mecanismos
Advirtió, además, que los miles de vascos torturados en estas décadas se aglutinan en el TAT con el objeto de eliminar la lacra de la práctica de la tortura, y que no cejarán en ese empeño.
Insistió, además, en que la tortura no se limita a las prácticas denigrantes que las distintas policías llevan a cabo en las comisarías o en los acuartelamientos, e identificó a todo un elenco de elementos represivos como los responsables de la «impunidad» que impera en la práctica de la tortura.
Inmediatamente después, Txapartegi censuró el tupido velo que premeditadamente imponen, a su entender, tanto los medios de comunicación como los gobernantes sobre los casos de tortura, pero advirtió que «nosotros no olvidamos; no nos vendemos. Tampoco queremos ninguna placa de recuerdo ni nada parecido, queremos que se nos reconozca como personas torturadas y que se purguen las responsabilidades pertinentes».
En nombre de Torturaren Aurkako Taldea, Txapartegi reivindicó la desaparición de «todos los mecanismos que posibilitan y facilitan la práctica de la tortura», empezando por la legislación española que se aplica bajo el nombre de «antiterrorista», la incomunicación o el sistema judicial establecido.
No obstante, insistió en que los miembros de TAT proseguirán con firmeza en su labor para eliminar la práctica de la tortura, y que, pese a los obstáculos e impedimentos con los que se puedan encontrar -en referencia al acto de homenaje a Calvo-, no cejarán en su empeño.
Nuevo acto de TAT en setiembre
Ante los cientos de personas que tributaron tanto a Juan Calvo como a todos los vascos torturados en las últimas décadas, la representante de TAT adelantó que en setiembre llevarán a cabo un nuevo acto en recuerdo de los militantes vascos Gurutze Iantzi y Xabier Kalparsoro, fallecidos a manos policiales. A la par, invitó a todos los presentes y a la ciudadanía en general a que participen en el citado acto.
Minutos antes de que Txapartegi tomara la palabra en el Arenal, un dantzari bailó el aurresku de honor a Juan Calvo Azabal y a todas las personas torturadas. En el suelo, además, extendieron un ramo de flores en representación del homenaje tributado a los torturados. Dos bertsolaris también tomaron el micrófono para repasar, mediante cantos, tanto los hechos ocurridos en Arkaute hace catorce años como los que continúan sucediéndose, según denunciaron, en las instalaciones policiales de la Guardia Civil, la Policía española o la Ertzaintza.
El sentido homenaje que llevaron a cabo cientos de personas en el Arenal finalizó con el compromiso de trabajar para eliminar la tortura, y con una sola voz: «Torturarik ez!».
Hace catorce años, exactamente el 19 de agosto de 1993, el bilbaino de 42 años Juan Calvo Azabal fue detenido por agentes de la Ertzaintza. El arresto no llevaba consigo ninguna connotación política, según trascendió después, los ertzainas se ensañaron con el detenido. Según la versión oficial, el bilbaino murió por asfixia en las base policial de Arkaute, pero a pesar de la investigación policial que derivó en la imputación de, al menos, nueve agentes de la Ertzaintza, la mayoría fueron absueltos y los mandos policiales no tuvieron que cumplir la condena impuesta en la cárcel.
Juan Calvo Azabal fue arrestado por una dotación de la Policía autonómica en la base de Arkanta de Araba, después de haber robado un taxi en Bilbo. Acto seguido fue trasladado a Arkaute; ingresó en un estado de excitación, según la versión policial, pero ello no fue óbice para que metieran a Calvo en un calabazo de dimensiones reducidas y lo golpearan repetidamente.
La autopsia realizada al cadáver del bilbaino revelaba la existencia de 22 contusiones en el cuerpo, 35 marcas producidas por porras, hematomas en los testículos, dos heridas en la cabeza, diversas escoriaciones y otras marcas distribuidas por todo el cuerpo. Al mismo tiempo señalaba que la muerte se produjo por asfixia debido a los gases utilizados por los ertzainas.
La investigación judicial concluyó con la imputación y el juicio a nueve ertzainas que, salvo el instructor y el secretario de la detención de Calvo, fueron exonerados. Los dos mandos resultaron condenados a seis años de prisión por un «delito de negligencia profesional». Pero el 30 de enero de 1996 el Tribunal Supremo español redujo la pena impuesta por el Juzgado de Gasteiz a un año de prisión, por lo que ningún policía ingresó en la cárcel.
El entonces consejero de Interior de Lakua, Juan Mari Atutxa, compareció en el Parlamento de Gasteiz para justificar el empleo de la fuerza por parte de los agentes de la Ertzaintza que, a su juicio, fue «escrupulosamente correcta».
Como consecuencia del revuelo político que surgió tras la muerte del bilbaino el Gobierno español envió copias de varios documentos del Ministerio Público y de la Justicia española a diversos organismos internacionales, entre ellos al Relator contra la Tortura de la ONU. En ellas se justificaba el empleo de la violencia contra Calvo.