Gül se queda a 26 votos de ser elegido presidente en la primera ronda
El ministro turco de Exteriores en funciones y candidato del gobernante AKP, Abdullah Gül, no consiguió ser elegido presidente de la República en la primera ronda, al obtener 341 votos, 26 menos de los 376 necesarios, por lo que tendrá que esperar a las sucesivas votaciones parlamentarias. La próxima ronda tendrá lugar el viernes y la siguiente, en la que se espera salga elegido por mayoría absoluta, el 28 de agosto.
GARA | ANKARA
Abdullah Gül, ministro de Asuntos Exteriores en funciones de Turquía, no salió elegido como jefe de Estado en la primera ronda de las elecciones presidenciales que se celebró ayer en el Parlamento, aunque se quedó a tan sólo 26 votos de lograrlo.
Gül recibió el voto favorable de 341 diputados, precisamente los mismos con que cuenta el gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (el islamista moderado AKP) después de su victoria en las elecciones legislativas anticipadas del 22 de julio.
El ministro necesitaba el apoyo de al menos dos tercios de los 550 diputados (367) para ser designado presidente en la votación de ayer. Los otros dos candidatos al puesto, los parlamen- tarios del Partido de Acción Nacionalista (el ultranacionalista MHP) Sabahattin Cakmakoglu y del partido de la Izquierda Democrática (DSP) Tayfun Icli obtuvieron 70 y 13 votos, respectivamente.
La segunda votación tendrá lugar el viernes. De nuevo, cualquiera de los tres aspirantes en liza requerirá de una mayoría de dos tercios del hemiciclo para convertirse en jefe de Estado. Todo apunta a que será en la tercera votación, el martes 28 de agosto, cuando Gül sea proclamado undécimo presidente de la República, ya que entonces le bastará con el apoyo de la mayoría absoluta del Parlamento, es decir, 276 votos.
Boicot del CHP
Todos los grupos parlamentarios, salvo el del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), asistieron a la votación de ayer. «La República secular en Turquía, modelo único entre los países islámicos, se encuentra amenazada (...) No estaremos presentes en la Asamblea General durante las elecciones presidenciales para no tener ninguna responsabilidad en este proceso», señaló el presidente del CHP, el septuagenario Deniz Baykal, que ha fomentado hasta la saciedad el temor a que el AKP ponga en marcha una agenda oculta para islamizar el país cuando controle todos los resortes del poder.
Abdullah Gül, por su parte, afirmó que «ahora es al Parlamento al que le toca hablar» y añadió que «todos respetaremos su decisión», en una velada crítica al proceso que puso en marcha la oposición laica la pasada primavera para boicotear su designación como candidato a la Presidencia.
El establishment laico de Turquía, con el CHP, el Ejército y el poder judicial al frente, desencadenó en abril y mayo una crisis institucional que obligó al primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, a adelantar los comicios generales al 22 de julio, cuando estaban previstos para noviembre.
El apabullante triunfo electoral del AKP, con casi el 47% de los votos, ha dado alas a los islamistas moderados, que decidieron volver a presentar a Gül como aspirante. Esta vez, el que también fuera primer ministro en 2002, tiene el camino libre para llegar hasta el Palacio de Ankaya, sede presidencial.
La oposición secular ha quedado desacreditada ante el rodillo electoral de los islamistas moderados y, por si hubiera dudas, Gül se ha empleado a fondo los últimos días para convencer a partidos políticos, patronal, sindicatos y ONG de que será un jefe de Estado respetuoso con el laicismo, así como independiente y objetivo.
Mientras, el Ejército, que a finales de abril llegó a amenazar con actuar, no ha vetado la nueva candidatura de Gül. «La tienda está cerrada. No hablaré más, porque cuando lo hago soy malinterpretado», declaró hace unos días el jefe del Estado Mayor, el general Yasar Buyukanit.
El cargo de jefe de Estado en Turquía no es meramente representativo, ya que le corresponden importantes competencias gubernamentales, es el comandante en jefe del Ejército y tiene poder de veto sobre algunas leyes. Asimismo, nombra a los miembros del Tribunal Constitucional y a los rectores de las universidades, entre otros cargos, y puede cambiar la Carta Magna si cuenta con el apoyo del Parlamento.
Más importante aún es que encarna, como ningún otro alto cargo, los valores seculares de esta República fundada en 1923 por Mustafá Kemal «Ataturk». El hecho de que un islamista, aunque sea moderado, vaya a ocupar la silla del padre de la Turquía moderna y que su esposa Hayrunnisa se convierta en la primera primera dama que lleva el tradicional pañuelo islámico o «hiyab», irrita hasta extremos insospechados a los poderes laicos.
Precisamente ayer el diario liberal «Milliyet» dedicaba una de sus principales noticias a Hayrunnisa, que se casó con Gül en agosto de 1980, con 15 años y el «hiyab». El editorial del rotativo puso en duda que ella tomara la decisión «consciente y libre» de cubrirse y cuestionó en qué modelo a imitar se convertirá para las jóvenes turcas». Además, alertó de que la elección de Gül «puede causar un daño irreparable al laicismo».
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