Luke Kibet, un funcionario de prisiones de 24 años, se convirtió ayer en el primer campeón que depara Osaka tras su victoria en un maratón disputado en condiciones ambientales extremas. Veinte años después de que Douglas Wakiihuri se convirtiera en el primer keniata en colgarse un oro en los 42,195 kilómetros en Roma'87, su compatriota Kibet logró el segundo para Kenia con la peor marca de la historia de los Mundiales.

El keniata concluyó en 2.15:59, por delante de dos hombres que hasta ahora habían demostrado algo más que él: el qatarí, de origen keniata, Mubarak Hassan Shami, que con 2.07:19 lidera el ranking de la temporada, y el suizo Viktor Rothlin, subcampéon europeo, que le acompañaron en el podio. Ambos terminaron por encima de 2.17. Lo esperado, teniendo en cuenta las condiciones de la sauna.

Si el maratón es una prueba de resistencia, la ciudad japonesa puso a prueba la capacidad de aguante de los 85 participantes que tomaron la salida y de los que 28 optaron por abandonar. Con 28 grados en la salida, a eso de las 7 de la mañana, que luego fueron subiendo y una humedad del 87 por ciento, comenzaron a cumplirse las peores pesadillas de los maratonianos, un calor insoportable y pegajoso que hace estragos.

Mirando a otro lado

Quizás por eso también han prescindido de Osaka los mejores especialistas del planeta. Ni el campeón olímpico Baldini, ni el doble campeón mundial Gharib, ni el recordman Paul Tergat, ni el legendario Gebreselassie le hicieron un sitio en su agenda.

Los primeros alegando lesiones menores y falta de preparación, los segundos pensando en las carreras de primavera, con temperaturas frescas y generosas recompensas. Tergat no ha sido el único ausente de rango, tampoco figuraban en la selección keniata especialistas como Robert Cheruiyot, triple vencedor en Boston o Martin Lel y Felix Limo, brillantes en Londres.

A un año de los Juegos Olímpicos, un calvario semejante puede resultar un suicidio. Y nadie se mata dos veces, porque en Pekín tampoco las condiciones ambientales van a favorecer a las pruebas de fondo. Gracias a su entereza, Kibet -un atleta discreto, sin registros espectaculares de los que se manejan ahora (2.08.52) y con un palmarés en el que sólo destacaba un reciente triunfo en Viena- ha igualado el primer día el número de oros logrados por Kenia en Helsinki'2005, el de Benjamin Limo en 5.000.

Y todo por ser el más fuerte ante un público madrugador, que demostró desde las aceras de esa ciudad de bosques y canales su pasión por el maratón y la prueba le respondió concediéndole la Copa del Mundo por equipos gracias a la actuación conjunta de sus representantes: Osaki, Tsuyoshi y Suwa, quinto, sexto y séptimo.

Las etíopes, por el contrario, comenzaron con el pie cambiado y no podrán repetir el pleno de hace dos años en 5.000 y 10.000, aunque Tirunesh Dibaba salvó el honor y su objetivo de pelear por un nuevo doblete sigue intacto. La fondista de Arssi, con cuatro títulos mundiales y uno olímpico, vivió una carrera de sobresaltos, con algún tropezón y dolor de estómago. La menor de las Dibaba, pese a los inconvenientes, pegó un tirón al toque de campana que dejó a Abeylegesse sin argumentos. Su ex compatriota, turca desde la adolescencia, y sobre todo la estadounidense Kara Goucher completaron un podio distinto.