GARA > Idatzia > Gaurkoa

Iñaki Urdanibia Crítico literario

Sarko, ¿objeto literario?

La rentrée literaria es de Pirineos arriba un verdadero acontecimiento. La prueba viene aportada por el número de libros que ven la luz estos días de inicio del nuevo curso: más de setecientos en la presente ocasión. Ahí está, como todos los años, Amélie Nothomb, en esta ocasión contándonos un noviazgo que tuvo en Japón, cuando tenía veinte años («Ni d´Eve, ni d´Adam»), o la baionarra Marie Darrieussecq que, en su «Tom est mort», cuenta la amargura de una madre cuyo hijo se ha muerto (denunciada la autora por «robar» la historia real a otra escritora y psicoanalista a quien se le murió realmente un hijo a edad temprana y que se erige en propietaria de la historia. Tiens!), o Philippe Claudel que en «Le rapport de Brodeck» se zambulle una vez más en los tenebrosos terrenos en los que se fragua el mal, y no sigo, ciñéndome única y exclusivamente a los libros que tengo entre manos. Diré, de todos modos, que el que parece va a ser el libro de esta rentrée -o al menos el que levanta ya desde hace tiempo curiosidad y cierto morbo- es uno que trata de Nicolas Sarkozy, «L´aube, le soir ou la nuit», escrito por la dramaturga de éxito Yasmina Reza.

Esta última es una autora celebrada y cuyas obras, en especial «Arte», ha sido mantenida en cartelera años en distintas capitales europeas y otras: Londres, Nueva York, Barcelona, Madrid, Bilbo... Escritora brillante en la elaboración de sagaces diálogos que inciden en situaciones más o menos cotidianas de las que se extraen lecciones generales del comportamiento de los humanos, ahí está su última «Le dieu du carnage», en la que los padres de dos chavales se reúnen para llenar los papeles del seguro, pues uno de ellos le ha roto un diente al otro en una pelea, o la tensión contradictoria que muestra en «El trineo de Schopenhauer», donde un especialista en Spinoza tiende más en su visión de la vida hacia el pesimismo del autor de «El mundo como voluntad y representación» que a la armonía propuesta por el autor de la «Etica». Pues bien, esta autora, parisina, hija de padre de origen húngaro y de madre de procedencia iraní, saca a la luz un libro cuyo personaje central es el ahora presidente de la République, Sarkozy, cuyos orígenes también son foráneos: húngaros y griegos. La cosa resulta cuando menos extraña, no sé, da como cosa que una autora de éxito pidiese al entonces ministro del Interior (el de la racaille) y candidato a la presidencia de la France que le dejara acompañarle a lo largo de toda su campaña, mas haciéndolo muy de cerca y sin perderse ni una, sin cortapisas ni limitaciones, hasta tener las puertas abiertas a las reuniones del staff electoral de Sarkozy, o a las reuniones de su partido, la UMP. Dicho y concedido. Sarkozy aceptó sin pestañear, pues, según sus palabras, «aunque usted embista contra mí eso me engrandecerá». ¡Pues bueno!

No era nueva, a decir verdad, cierta inclinación de la escritora parisina hacia los ambientes de la revista «Le meilleur des mondes», nido de antiguos maoístas sesentayocheros, hoy pro sionistas y pro Bush, y punta de lanza del apoyo de la «intelectualidad neoréac» a Nicolas Sarkozy... es más, en tal revista, en su primer número, Reza escribió una pequeña colaboración (más bien la prestó, pues antes había sido publicada a petición de una publicación alemana) y en un número posterior sirvió de responsable de micro -como quien se desentiende del meollo de lo tratado- en una discusión (?) mantenida por dos miembros de la revista (Pascal Bruckner y André Glucksmann) con Sarkozy, coincidiendo todos ellos en ser franceses con antepasados o con orígenes extranjeros. El caso es que Yasmina Reza, tanto en esta situación que cito, como en posteriores declaraciones aclarando qué es lo que pretendía hacer con el seguimiento al que estaba entregada con respecto al hombre político de claras tendencias elitistas, derechosas, y bravuconas, siempre alegaba que su postura no era de ninguna de las maneras un apoyo a tal candidato, ni que tuviese simpatía por sus posturas políticas. Lo que a ella le interesaba era el «destino político», la lucha contra el tiempo que llevan a cabo los hombres (y las mujeres) políticos por seducir y triunfar, la entrega de esos seres por correr tras el triunfo sin pausa... No sé, siempre las declaraciones de Reza acerca de este asunto me han parecido similares a la búsqueda de la cuadratura del círculo, en una posición imposible (o de equilibrio inestable) de más allá del bien y del mal, de combinar las cosas desde la barrera pero desde dentro del ruedo, algo así como que ella se mantiene siempre impoluta, limpia de polvo y paja...

Eel que quien fuera ministro del Interior se muestre como un chulo insultante, que su modelo sea Neuilly frente a banlieue, la gente guapa que lo es porque se lo ha currado y no esos racaille que no son más que vulgares delincuentes a quienes se ha de detectar genéticamente y poner freno del mismo modo (puede verse su debate con el filósofo Michel Onfray en la revista «Philosophie», justo antes de las elecciones), que sus medidas de expulsión del país contra los sospechosos de poder caer en la delincuencia sean expresadas sin ambajes y con promesas de medidas inmediatas y draconianas, que su descaro chulesco se muestre un día sí y otro también... todo eso parece que a Reza no le importa lo más mínimo. Supongo que también le parecerán peccata minuta las escandalosas vacaciones -habiendo tanto que hacer- tomadas por el recién llegado al Elíseo (¿con el dinero público o por invitación de un empresario de alto copete? ¿O posteriormente invitado por Bush hijo a andar en piragua -con michelines borrados en «Paris Match»- y en lo que haga falta para aprender a detectar el eje del mal allá donde se encuentre agazapado?), todo eso, como digo, parece traérsela al pairo a la escritora que se propuso seguir a tal hombre político, de noche y de día, en barco y en avión, en actos oficiales, en encuentros informales -o formales- con otros políticos y jefes de gobierno, compartiendo momentos de preparación de los mitines con su equipo de expertos de imagen, etc., etc., etc. Integrándose en el ambiente íntimo del candidato y su equipo a las mil maravillas.

Ahora, tras un año de unión, sale el libro con una tirada impresionante: cien mil ejemplares, que seguro en breve se verá aumentada, teniendo en cuenta el morbo que provoca el presidente y la curiosidad de encontrar en las páginas sobre él debidas a una destacada escritora algún secreto oscuro, o el «lado oculto». Pues la verdad, tras gastarme 18 euros y leérmelo, yendo tras el personaje de un lado a otro, en unas entregas entrecortadas y fragmentarias, y unas palabras las más de las veces de un simplismo que clama al cielo, se van entregando distintos retalitos y no veo grandes revelaciones: que si le gustan los Rolex y otras frivolidades, que se fija en la cáscara y no en el quid, que no es amante de la lectura ni de la cultura en general, que se permite reírse de los periodistas y de muchas de las sandeces que va a decir respondiendo a otras sandeces que le van a ser preguntadas, que es más espontáneo que un crío de ocho años (ya vacilaban los de la racaille precisamente cuando decían que Sarko era como ellos, que buscaba el choque, el tête à tête, la bronca y no achantarse), que es capaz de responder a cualquier banalidad o bravuconada dejándose llevar por una impulsividad irreflexiva donde las haya , que se permite bromas con colegas y hasta con políticos de otros horizontes políticos y de otros países rozando la falta de delicadeza, o que compite como un chiquillo -de amplio ombligo- con algún superdimensionado escritor (Marc Lévy) o con la propia Yasmira Reza acerca del éxito obtenido por sus obras, o por la subida de audiencias en cuanto él aparece en pantalla o en la plaza de un pueblo. ¡Ah, eso sí! que cojea un poco (quizá lo haga con las dos piernas y por ello ni se le nota, a excepción de una observadora tan perspicaz como su seguidora fiel Yasmina Reza)... Quizá lo más clarito y revelador del libro es cuando Nicolas Sarkozy dice que eso de la izquierda sólo se estila en Francia, ese prurito de ser de tal, ya que mirando a otros lugares quienes supuestamente son de «izquierdas» (se refiere explícitamente a Romano Prodi, a José Luis Rodríguez Zapatero y a Alfredo Pérez Rubalcaba) de hecho no lo son, y los define como gente encantadora y razonable a tope, vamos, comme il faut. Ahí es cierto que demuestra tino Sarkozy. Desde luego, del retrato cercano, e interior, ofrecido nada puede hacer pensar en el filósofo-rey platónico, ni verdad, ni justicia, ni saber... A mí me da por pensar que si los ciudadanos dejan en manos de semejantes personajillos las riendas de los asuntos del estado, quizá tenía razón cuando afirmaba taxativo que las elecciones eran trampa para chorras (eléctions piège à cons!).

Por lo demás, nada nuevo bajo el sol: yo soy un masoca por leer esas cosas, a pesar de que estén centradas en un ser que no me pone (más que de los ácidos) y que, sin embargo, sí que pone -como queda clarito a lo largo de las casi doscientas páginas- a Yasmina Reza de la primera a la última línea. Sí que se ha de decir que la autora escribe con un dominio absoluto a la hora de describir lo que quiere describir... En cuanto a esa lucha titánica de los hombres políticos en busca de su destino y en permanente lucha contra el tiempo, y todas esas monsergas «metafísicas» vendidas -a modo de excusatio non petita- una y otra vez por Reza, la verdad es que se han debido de esfumar por las nebulosas de tanto acelerado viaje a propulsión a chorro. Sin lugar a dudas, lo peor que he leído de la autora, que con sus obras da habitualmente mucho que pensar.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo