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Maite SOROA

Cosas veredes, amigo Sancho

Hay situaciones que, por razón de circunstancias variadas, terminan resultando cómicas. Con tintes de tragedia, pero cómicas. Como en El Quijote. Ahora resulta que los gurús de la derechona neocon -término muy gracioso para referirse a los viejocon- constatan que ETA tenía razón. ¡Ver para creer!

Citaba ayer Carrascal en «La Razón» a Jordi Pujol, quien ha dicho que «Rodríguez Zapatero no inspira confianza». Según Carrascal, «el que fuera presidente de la Generalitat durante 23 años admite sus diferencias con Felipe González y José María Aznar, pero reconoce que ambos jugaron limpio. De Zapatero, en cambio, `no se puede uno fiar'. Tres años de falacias, enredos y equívocos a diestro y siniestro, han llevado al que hoy rige los destinos de España a que nadie se fíe de él. Sólo quienes sacan provecho de sus embustes la apoyan..., hasta descubrir que también a ellos les ha engañado». Y ahora viene lo bueno: «es lo que ha ocurrido con ETA, a la que prometió algo que no podía darle incluso si quisiera, la autodeterminación, Navarra, y le ha respondido con unos cientos de kilos de dinamita en Barajas y el País Vasco. El resto, a esperar a ver en qué acaba esta sarta de marrullerías». Las actas conocidas eran fetén. Tomen nota.

Lo que le duele al comentarista de la fachendosidad es la poca energía que atribuye al presidente que está animando la ilegalización, de nuevo, de formaciones políticas vascas. Y se pregunta, airado: «¿Puede darse más tibieza, más flojedad, más camelancia? Este hombre sigue empeñado en convencer a los terroristas de que se porten como buenos chicos, prometiéndoles a cambio el oro y el moro, pero los terroristas, como Jordi Pujol, ya no se fían de él. Les ha engañado una vez, pero no más. Y como ellos no son Artur Mas, al que también engañó, le han enviado un par de bombas, y las que seguirán, a ver si se entera de una vez que con ellos no hay bromas. José Luis Rodríguez Zapatero, en fin, tendría problemas para encontrar comprador de su coche usado. Lo que no impide que pueda ser reelegido. La única explicación es que al español sólo le importa su piso, su coche, su sueldo sus vacaciones y su equipo favorito. Pero el destino del país le importa un pito. Sin darse cuenta de qué es todo eso». Igual es que Carrascal y los suyos venden poco y mal.

 

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