Campeonatos del Mundo - Osaka'2007
Las rusas se instalan en los podios de los concursos de saltos
Isinbayeva, que fracasa en su intento de situar el récord en 5,02 metros, lidera el de pértiga con bronce para Feofanova. Lebedeva encabeza el de longitud que comparte con dos compatriotas
Miren SAENZ | DONOSTIA
Las rusas demostraron ayer en Osaka que están hechas para los saltos. Los dos concursos programados en la cuarta jornada de los Campeonatos del Mundo les depararon cinco medallas. Oro y bronce en pértiga y pleno en longitud. Los títulos no sorprenden a nadie porque sus propietarias son valores seguros. La posibilidad de que Yelena Isinbayeva pierda ni siquiera ella la contempla, mientras que Tatyana Lebedeva, aunque tenga algo más de competencia, también es una favorita fiable.
La atleta de Volgogrado venció con un salto de 4,80 metros, discreto para ella pero más que suficiente para ganar el oro. Tuvo que esperar cerca de tres horas para firmar su segundo título mundial y el ritual fue el habitual: Visera blanca calada hasta las orejas, toalla cubriendo a ratos su cabeza y tres saltos: uno para calentar (4,65) y dos tentativas sobre 4,80. Después, a por el récord: tres nulos en 5,02 y al podio. Todavía no ha llegado el momento de mejorar esos 5,01 que estableció hace dos años en Helsinki de la mano de su anterior entrenador Trofimov, el hombre que participó decisivamente en la reconversión de una gimnasta mediocre en la mejor pertiguista de la historia.
Su irrupción hace cinco años supuso una excelente noticia para la pértiga femenina, una especialidad que se incluyó por primera vez en el programa del Mundial en Sevilla'99. Allí la estadounidense Stacy Dragila consiguió el récord del mundo con un salto de 4,60 metros. En Osaka las siete primeras de la clasificación han mejorado ese registro y la octava y la novena lo han igualado.
Eso demuestra que la disciplina, joven y dinámica, continúa su progresión. Que el grupo de mujeres por encima de los 4,60 metros es cada vez más abultado, aunque todavía no haya alcanzado las latitudes donde se maneja Isinbayeva.
Y eso para la rusa que saludó con entusiasmo la irrupción de Jennifer Stuczynski, la estadounidense que esta temporada se ha situado en los 4,88 pero ayer no pasó del décimo puesto con 4,50, podría terminar siendo un problema. «Antes cuando tenía rivales, Feofanova -bronce ayer- y Rogowska me impulsaban, ahora he de hacerlo por mi misma cada vez que compito», dijo el día de la calificación.
La campeona olímpica abandonó a Trofimov para ponerse a las órdenes de Petrov, el entrenador de Bubka. De su mano ha cambiado la técnica para mejorar unas marcas que se retrasan.
Lebedeva, también oro en Atenas, fue la única que superó los siete metros en longitud. Se le vio cómoda y segura, casi como en un campeonato nacional entre Kolchanova y Kotova. Ahora le espera el triple, su otro reto.
No sólo a Rusia le salieron las cuentas, también Kenia está de enhorabuena. En cuatro días de competición ha conseguido triplicar los resultados obtenidos en el anterior certamen e incluso acosa a Estados Unidos y Rusia en el medallero. Kipruto, Kemboi y Mateelong recordaron los tiempos de Atenas'97 y se apuntaron otro triplete en los 3.000 metros obstáculos, su prueba predilecta, en la que antes forjaban sus éxitos seguros hasta que algunos de sus compatriotas cambiaron de nacionalidad y empezaron a ganarles con otras camisetas como la del qatarí Said Saeed Shaheen. Funcionó el trabajo en equipo y recuperaron chapas que suman al maratón de Kibet y al bronce de Mathathi en el 10.000. La fiesta se prolongó con Janeth Jepkosgei en un 800 sin concesiones dominado por la mediofondista del Ritf de principio a fin. En el camino se quedó una veterana omnipresente, María Mutola, que con 35 años lo ha sido todo en la distancia. Un mal paso terminó con la mozambiqueña en el suelo. Además, la etíope Tirunesh Dibaba ha renunciado al 5.000 a causa de esos dolores de estómago con los que ganó el 10.000. Estará Defar, pero Kenia ya ha tomado nota.
M. S.
