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César Arrondo Universidad Nacional de la Plata (Argentina)

Lizarra-Garazi

Lizarra-Garazi constituye un antes y un después en la forma de afrontar el conflicto vasco. En este sentido, se deberá tener en cuenta de cara a implementar nuevas fórmulas para abordarlo

En septiembre se cumplirán nueve años de la firma del pacto de Lizarra-Garazi. Este constituyó un momento histórico transcendental para el nacionalismo vasco en su conjunto, porque a través del mismo se estuvo más cerca que nunca de concretar los tan ansiados objetivos soberanistas del pueblo vasco.

La propuesta se basaba en el método llevado adelante para resolver el conflicto irlandés, y constituía una vía de diálogo, a la cual se sumaba la tregua indefinida de ETA.

Quienes allí confluyeron tenían muy en claro que el conflicto vasco era de naturaleza política y su resolución sólo sería posible por la misma vía, como así también que los implicados en el mismo eran la nación vasca y los estados francés y español. En este sentido, quedaba descartada la deva-luada tesis del presidente Aznar, quien cuando se refería al problema vasco lo caracterizaba como un simple problema policial.

Muchos son los que afirman con un dejo de desprecio que Lizarra-Garazi ha fracasado y, si bien lamentablemente no dio los frutos esperados, no es menos cierto que desde ese episodio y hasta la actualidad ha corrido mucha agua bajo el puente, y todo lo que vino después no fue mejor. Como un claro ejemplo de lo antes dicho, podemos citar: el cierre de periódicos en euskera, la aplicación de la Ley de Partidos, los juicios de la Audiencia Nacional española, la duplicación de las penas de los presos vascos, la Ley de Símbolos, la tortura, la negación a dialogar, el avance de nacionalismo español... a partir de la aplicación de su máxima, que se resume en impedir que el Pueblo Vasco pueda ejercer su derecho a decidir, la debilidad del bloque nacionalista frente a la consolidación del bloque constitucionalista español, el regreso de la violencia de ETA, la traición al pueblo navarro, entre otras, a lo cual habría que agregar la posible ilegalización de ANV.

Lizarra-Garazi constituye un antes y un después en la forma de afrontar el conflicto vasco. En este sentido, se deberá tener en cuenta de cara a implementar nuevas fórmulas para abordar el contencioso vasco. Todos los partidos nacionalistas, los agentes sociales, los sindicatos y los representantes de la cultura tienen la obligación reflexionar sobre lo ocurrido y desechar las recetas violentas, como así también las propuestas alejadas de la tradición histórica del nacionalismo vasco.

Es tiempo de que las ciudadanas y ciudadanos de Euskal Herria decidan qué marco político-jurídico quieren de cara al futuro con el fin de garantizar los derechos de todas y todos. Para que esto sea posible, hay poner en marcha ya un proceso de participación política sin exclusiones, para que los vascos, puedan vivir en un país, donde se respeten los Derechos Humanos, como así también todos los derechos civiles, políticos y sociales. En tal sentido, para lograr los objetivos antes enunciados, estoy totalmente seguro, que Lizarra Garazi se convierte en una referencia ineludible.

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