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De héroes anónimos y famosos, rodajes e historia

Iratxe FRESNEDA

Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

No me gustan los héroes. Sobre todo, porque si los hay, estoy convencida de que estos son anónimos. Tengo una amiga algo formada en asuntos siquiátricos que siempre me dice que la mayoría de los políticos cabezas (o cabezones) de partido sufren alguna que otra patología que los lleva hasta el estrellato. Pero claro, las masas necesitan referencias y si son divinamente humanas, mejor. Jamás he creído en la intachable pulcritud y decencia con la que se ha rodeado a las figuras que se dibujan para dirigir y encaminar a los pueblos. Santiago Carrillo ha sido para muchos el adalid de la izquierda en el exilio, pero para otros muchos no fue mas que un tipo listo que pudo ponerse una peluca y pasar a mejor vida sin tener que morir. En fin, que no seré yo quien juzgue las andanzas de nadie, ni la que tire la primera piedra. Y este cuento viene a colación del nuevo documental que está realizando el director de «La flaqueza del bolchevique», Manuel Martín Cuenca.

El largometraje, rodado en una sala de teatro, desnuda, simulando un plató, promete. Cuenta el director que la idea se acerca a un interrogatorio en el que se busca reconstruir la historia del PCE y los sucesos históricos que la rodearon. Mediante cuatro horas de entrevista por día de rodaje, el dirigente expulsado en 1985 del PCE por sus compañeros se confiesa ante la cámara. Martín Cuenca, director del documental «El juego de Cuba» y de la película de ficción «Malas temporadas», espera estrenar la película para finales de este año. Y mientras leo la noticia me pregunto cómo es posible contar la historia de un partido a través de una sola voz, sin interferencias. El realizador afirma que lo hace desde el punto de vista de la izquierda, que no quiere filmar a un señor de derechas diciendo que Carrillo ha sido un señor malo, malísimo.

Claro, se supone que eso es el punto de vista de la izquierda. Desde el punto de vista de una historia de vida el planteamiento me parece interesantísimo, sobre todo porque el señor Carrillo es un tipo lúcido y buen orador. Además, es oportuno realizar una entrevista en profundidad al personaje teniendo en cuenta que tiene 92 años. El valor histórico de sus declaraciones es algo más que evidente, pero una voz difícilmente reconstruirá toda una historia. Menos aún si posee mayor protagonismo del deseable. La historia la escriben unos pocos, y da igual a qué bando pertenezcan, hay cosas que no cambian.

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