Raimundo Fitero
Pro
Antes de que se me olvide, el gobierno de Israel en su obsesiva campaña de destrucción de una parte del pueblo palestino ha emprendido la más grave de las acciones armadas: el corte de suministro de papel. No se pueden editar libros, ni periódicos, ni libretas escolares. Es algo gravísimo, la expresión más cruel del odio y de las acciones violentas contra la sociedad civil. Me temo que también tendrán problemas para recibir señales de televisión y radio, y que Internet puede ser una entelequia en lugares cercados y convertidos en campos de concentración de extensiones ilimitadas. Es una suerte de solución final en pleno siglo XXI. Y callamos y miramos hacia otro lado. Basta ya.
Perdón, he escrito la frase maldita. El banderín de enganche de la no-inteligencia filosófica, caballista y del tintado capilar de bajo coste. La frase que fue punta de lanza del aznarismo más reaccionario. Los aliados del más delirante Mayor Oreja, ahora han conseguido el apoyo financiero para crear una plataforma política con ganas de participar en las próximas elecciones generales que se llama «Pro», y que debo fijarme con mayor atención porque espero el sustantivo que la acompañe, de momento parece creada para que aquella de ven y cuéntalo, tenga asegurado el momio hasta su jubilación que sería bueno fuera lo más anticipada posible para el bien de la dignidad política, si es que eso existe en estos momentos.
Lo que es más sorprendente es que tengan estos dos personajes tanta repercusión mediática, que se dé cobertura tan espectacular a este tipo de aventurismo político que es fruto del oportunismo más obvio. Se entiende que sean personalidades que darían mucha información diseccionada por los congresos de cirujanos neurosiquiátricos, que incluso desde las patologías sociales se recurra a ellas para realizar estudios de campo, pero me da la impresión de que esta unanimidad en su promoción es porque todos creen que si salen al campo electoral quitarán votos a los contrarios. Lo único que buscan esta pareja singular es asegurarse un acta y vivir del cuento. Y si lograran ser bisagra estarían encantados. Son la versión Gil y Gil con ínfulas, pero mucha menos telegenia.