GARA > Idatzia > Jo puntua

Xabier Silveira Bertsolari

Me voy de picnic

Estoy por subirme al monte, por ejemplo, a Aralar. Mantelico a cuadros, cestica, mis sillicas de playa y a pasar la tarde, que yo me lo sé montar dabuten. Me llevaré conmigo una fanta de naranja, que es lo más, el perro del vecino, que no habla, y puede que lleve al vecino también, a ver si así no ladra.

Me voy, de fijo que pillo y me subo a Aralar. Yo con mis malditas preguntas de cristal, punzantes y cortantes, me voy a dar un rule, a ver qué pasa. Si acaso, estaría bien, puede que me encuentre con el hombre bala, el hombre que sólo dice beeeeeh, o, mejor aún, con un queso con patas disfrazado de oveja. ¡Ojalá! Qué fácil sería afrontar irrealidades paranormales en el monte, por ejemplo Aralar, con el mantel a cuadros por bandera y una silla plegable por montera, en lugar de tratar de entender el porqué del porqué no.

Recuerdo que de niño mi impertinencia me llevaba a preguntar el porqué de todo aquéllo que, me decían, no podía hacer. El noventa por ciento de las veces la respuesta fue rotunda: ¡Porque no! Ante todo, diálogo, imprescindible para entendernos, dicen.

Y crecí entre porquenós en constante intriga, pues sabía que porque no no era la respuesta correcta, no podía ser-lo, menos aún cuando era tan fácilmente rebatible con un simple porque sí. Comencé a practicarlo, lo del porque sí, y descubrí que cada vez que lo hacía era mentira, que vestía de porque sí razones y moti-vos que me llevaban a hacer lo que hacía. El primordial, el básico, fue siempre el por- que no.

Cuando una explicación coherente justifica prohibiciones, restricciones u obligaciones, pase, pero cuando nada justifica el no, ahí es donde aparece porque sí o, en su ausencia, el eco con sombra de interrogación: ¿por qué no? Y a falta de respuestas, llegan las sospechas, la duda de si quien no puede eres sólo tú o no puede nadie. Si es malo para uno, será malo para todos, ¿no?

Pero lo malo, como peste asesina, sólo corre entre Castelló y Portugal sin pasar por Madrid, que aquí, listos todos como el hambre, ponemos peajes en las vías principales y sabemos qué es lo malo que nos quita lo bueno. ¡Pasta ya! Y el hombre bala, beeeeeh, y la mujer también, beeeeeh.

Y aunque la moda vista de seda, en moda queda. Ahora la moda nos lleva por derroteros más monos, más del siglo en el que vivimos -dicen-, directos a la derrota, empuñando la bandera de la no violencia, la misma bandera con la que torturan, encarcelan y asesinan a vascos por el mero hecho de querer ser sólo vascos.

El estado puede tirar de gatillo, sí, cómo y donde quiera. Sus víctimas que coman lodo, que no protesten siquiera ante el único dueño de la razón. No. Porque no. La misma razón que me obliga a escribir tres mil letras para en ellas leer lo que perfectamente se podría decir en siete. Pero no se puede, porque no.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo