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ANALISIS El partido nacional español de ¡basta ya!

Rostros conocidos, un programa contundente... ¿y el dinero?

El partido nacional español que impulsa ¡Basta ya! cuenta con Rosa Díez como gancho electoral y con rostros conocidos, repercusión mediática y un programa contundente. Pero montar un partido y presentarse a las elecciones es muy caro y ¡Basta ya! dice no tener dinero. En 2004, IU declaró un gasto electoral de 10,2 millones de euros. Obtuvo de subvenciones 2,3 y de las cuotas de los afiliados 1,6. ¿Y las donaciones? El gran PP declaró 3,7 millones por esa vía.

Iñaki IRIONDO

Vestida de rojo, exultante y ante 22 micrófonos, Rosa Díez anunció ayer en Bilbo que se da de baja en el PSOE, renuncia a su «escaño como parlamentaria española en el Parlamento Europeo» y ficha por el partido nacional español que impulsa ¡Basta ya!. La rueda de prensa se vio forzada por el adelanto que la víspera hizo el diario «Abc» y que, probablemente, desbarató los planes de los promotores de la iniciativa, que contaban con ges- tionar de otra forma el salto de la eurodiputada. Para el 7 de setiembre está prevista una cena-coloquio en Donostia y para el 29 la presentación pública en Madrid de la nueva formación.

La veterana militante socialista justificó su decisión en el hecho de que «he llegado -dijo- a la conclusión de la inutilidad de defender las ideas por las que me afilié hace 30 años al PSOE dentro del partido». Y añadió que una vez concluida su militancia en el PSOE, «me pongo a trabajar desde ya mismo a tiempo completo en la Plataforma Pro [impulsada por los diri- gentes de ¡Basta ya! Fernando Savater y Carlos Martínez Gorriarán], porque creo en ese proyecto, que ojalá se constituya en partido y pueda presentarse a las próximas elecciones generales».

Desde el seno del PSOE se presentó la salida de Rosa Díez como «la crónica de un abandono anunciado», destacando que la europarlamentaria hace tiempo que viene atacando públicamente a su partido y manteniendo un discurso muy similar al del PP. Además, se quiso dejar constancia expresa de que Díez no participaba ya en los trabajos del grupo parlamentario socialista en la Cámara europea. La visión que vende el PP, por su parte, pretende aprovechar esta deserción como muestra del desconcierto en el que la estrategia de Rodríguez Zapatero ha sumido a numerosos y veteranos militantes del PSOE.

El filósofo Fernando Savater, uno de los impulsores del nuevo partido, definió a Rosa Díez y a él mismo como «banderines de enganche» de la formación. En cualquier caso, parece que la ex eurodiputada está llamada a ocupar un alto puesto en la dirección, mientras que Savater dice que no tendrá ningún cargo. Citando a Groucho Marx, apuntó que «nunca pertenecería a un club que admitiese como socios a personas como yo».

Esta actitud de Savater no es anecdótica, pues montar un partido de la nada exige mucho esfuerzo. Se ha visto ya a dónde conducen experiencias similares como la de Ciutadans de Catalunya. También allí un grupo de intelectuales, cabreados con el stablishment político que les rodeaba, decidieron impulsar un partido y, como dice ahora Savater, que una vez esté «puesto en marcha» sean sus afiliados quienes «lo lleven adelante». Y en menos de un año esos intelectuales están cabreados entre sí y divididos, mientras Ciutadans ha sufrido una escisión y carece de cualquier referencialidad política.

Luego hay otro problema, y es que para presentar un partido político a las elecciones -y más aún a unas «generales» como pretende ¡Basta ya!- no es suficiente con contar con banderines de enganche, un programa que pueda resultar más o menos atractivo y grandes dosis de voluntad. Hace falta dinero. Mucho dinero. Millones de euros.

Los gastos de un partido y de una campaña electoral son enormes. Rosa Díez ha de saberlo. Por poner un ejemplo, sirva de referencia que en el año 2004 Izquierda Unida -que a buen seguro no es uno de los partidos más despilfarradores del ámbito estatal- declaró al Tribunal de Cuentas unos gastos electorales de 10,2 millones de euros. Además de unos gastos de personal de 2,9 millones de euros y una partida de gastos generales de funcionamiento de 2,3 millones.

Y en las grandes formaciones estas cantidades se multiplican. El PP declaró en 2004 unos gastos de nada menos que 98,3 millones. Y el informe del PSOE recoge una cantidad que se eleva a los 57,5 millones de euros.

Estos gastos se mitigan con las subvenciones oficiales, pero éstas sólo llegan a quienes obtienen representación institucional y nunca antes de que la tengan. Las vías legales de financiación de los partidos son las cuotas de sus afiliados, las donaciones que pueden obtener y las subvenciones que otorgan tanto el Estado como distintas instituciones. El nuevo partido que cree ¡Basta ya! no podrá contar con ninguna subvención hasta que no consiga representación parlamentaria. Para hacer números puede observar que IU tuvo en 2004 un gasto electoral de 10,2 millones de euros y que por la vía de la subvención estatal sólo recuperó 2,3 millones. Sus ingresos declarados por cuotas fueron 1,6 millones y tiene muchísimos más afiliados que los 2.000 con los que dice contar Savater. ¿Cuánto se puede obtener de las donaciones? El PP, partido consolidado y de gobierno hasta entonces, declaró en 2004 unos donativos por valor de 3,7 millones.

Teniendo en cuenta que ¡Basta ya! asegura en su página web que «estamos fatal de dinero», al nuevo partido no le quedará más remedio que endeudarse con los bancos. Y para seguir con el ejemplo de IU, esta formación declara tener una deuda a largo plazo de 11 millones y otra de 3,5 millones a corto.

Mucho dinero -demasiado- que pedir para un proyecto con notables riesgos de quedarse sin apenas subvenciones. Un proyecto, por cierto, al que no van a hacerle ningún favor desde el PSOE, pero tampoco desde el PP. ¿Quién lo financiará?

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