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Belén Martínez Anallista social

Paralelismos y coincidencias

Verano de 2007. Han pasado dos décadas desde que fueran arrasados siete pueblos, siendo Riaño el más conocido de ellos. Dos municipios fueron parcialmente destruidos. Las aguas del Esla anegaron siglos de historia. Recuerdo la tragedia, la resistencia de las vecinas y los vecinos y de los colectivos que apoyaban a las gentes del valle: su patrimonio personal, social y natural. En 1987 se consumó la destrucción de un valle.

Lejos de casa, aprovecho las vacaciones para leer «L'écrivain-militant» (Editions Gallimard, 2003), una compilación de artículos y ensayos políticos escritos por Arundhati Roy. Me ha impactado especialmente «Pour le bien commun» (traducido como «El máximo bien común» en «El álgebra de la justicia infinita», de la misma autora).

Arundhati, conocida militante del movimiento «otromundoesposible», cuestiona los megaproyectos impuestos y vinculados a un desarrollo deshumanizado e insostenible que genera desplazamientos, empobrecimiento, desarraigo y desolación. El artículo es un alegato contra la construcción de la gran presa de Sardar Sarovar en el valle del Narmada y refleja la lucha llevada a cabo por Narmada Bachao Andolan (NBA) -el movimiento popular en el que ella milita y que se muestra contrario a las macropresas-. Gracias a Roy, sabemos que existe una civilización más antigua que el hinduismo, adivasis, condenada a ser engullida por las aguas, y que en la India continúa existiendo el apartheid contra la población dalits.

El artículo desmenuza los costes del proyecto: pérdidas irreversibles de bosques, pastos, pesquerías, cultivos y medios de vida, además de desplazamientos de millones de personas. La escritora militante relata las prevaricaciones, informes contrarios a la construcción de las presas y deficiencias de estadísticas oficiales; así como las movilizaciones, persecuciones y criminalización; encarcelamientos, huelgas de hambre; solidaridad local e internacional; suspensiones y moratoria motivadas por condenas dictadas por el Tribunal Supremo de la India; revocación de decisiones; y esperanza. Siempre la esperanza.

Finales de agosto. Vuelvo a casa y me encuentro con un escrito de Julio Villanueva, activista de Solidarios y solidarias con Itoitz, actualmente encarcelado en la prisión de Iruñea. (cuando han transcurrido 20 años de oposición a la construcción del pantano). Su artículo me ha hecho recordar los pueblos inundados, las noticias que llegaban de Itoitz y de Artozki, aquellas primeras movilizaciones en las que participé, como en las de Riaño. Y me vienen a la memoria las resoluciones de la Audiencia Nacional y del Tribunal Supremo; prebendas y prevaricaciones; fisuras, seísmos y deslizamientos; pagos, indemnizaciones y compensaciones; beneficios y especulación; criminalización; condenas; solidaridad local e internacional. Todos estos paralelismos y coincidencias casi mágicas me interpelan, y mucho, sobre eso que se llama «interés general». Seguidamente, alzo mi voz para reclamar la libertad de Julio.

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