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Julen Lizaso Aldalur Colaborador social

Desheredados

Educación para la Ciudadanía. Fuera de clase les espera lo que de verdad cala hasta el alma: el modelo machista, violento, competitivo y consumista

Hermann Hesse denominó el siglo XX como el de la «edad folletinesca» por la enorme importancia que alcanzaron los periódicos, revistas y medios de comunicación en general, contem- plando extrañado «...la masificada vida en la que la sobredosis de conocimientos triviales oculta las verdades útiles y profundas»: descubrir nuestra realidad de ser, la razón de nuestra existencia, de nuestra dualidad... Refiriéndose a los contenidos habituales de los medios, destacaba «el escapismo que hay detrás de los crucigramas, dameros y en el consumo de cultura en masa» (hoy sería además Internet, móvil, moda, sexo, automóvil...).

El psicólogo y antropólogo José Ingenieros dice: «Cada individuo es el producto de tres factores: la herencia biológica, la educación y la variación individual; siendo la segunda el resultado de las múltiples influencias del medio social en que el individuo está obligado a vivir. Esta acción educativa es, por consiguiente, una adaptación de la tendencia hereditaria a la mentalidad colectiva; una continua aclimatación del individuo en la sociedad, siendo la imitación el factor casi exclusivo de la personalidad social».

Si fuésemos sinceros a la hora de evaluar las consecuencias del derroche de riqueza en materias primas, residuos urbanos, industriales, agrícolas, fuentes naturales de energía, recursos hídricos, marinos, tierras de cultivo de cereal para alimentación humana al destinarlas a cultivos de oleaginosas para biocombustibles y pastos para alimentación animal de engorde y riqueza humana o capital social, en nuestro país, sociedad, pueblo, casa... acordaríamos que el siglo XXI será el de los «grandes desheredados».

Lo podría haber dicho Hesse antes de que sentenciara: «pero solamente a través de la noche se llega al amanecer. Y así, la decadencia de esta civilización permitió el surgimiento de otra...».

Nuestros jóvenes podrían ser un referente pedagógico sano para sus hermanos menores, al emanciparse tempranamente de sus padres si sus padres, los adultos, se lo pusieran más fácil (en nuestro país por el problema del enorme déficit de vivienda de alquiler social) renunciando a especular económicamente con un bien vital como es la vivienda, y no aprovechándose de su precariedad económica, desamparo institucional, sindical (¿cuándo los sindicatos mayoritarios se emanciparán de la patronal?) y fuerza de trabajo.

Educación para la Ciudadanía. Programa teórico-pedagógico impuesto a través del «canal» docente y sólo para los desheredados de esos valores y verdades útiles y profundas de la vida. Fuera de clase les espera lo que de verdad cala hasta el alma: el modelo machista, violento, competitivo y consumista de la sociedad, el incivismo de quienes incrementan la brecha social al gobernar privilegiando a los más pudientes, el servilismo mediático y la falta de moral social y pudor en la televisión.

Pretender un cambio de modales en los jóvenes sin un cambio de modelo en los adultos sin una renuncia a la cultura del enriquecimiento a costa de lo que sea, es como echar agua a un cesto; un derroche de todo... menos de talante social y generosidad.

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