El director de programación de Maitaldia, Filgi Claverie, asistía ayer al mediodía al ensayo público y callejero, en el Jardín Públic de la villa labortana, de La Parenthèse. No resultaba extraño, porque es un acto que se repite diariamente durante el festival -la programación es de lo más intensa-, aunque sí tenía un algo especial, teniendo en cuenta que esta compañía, que vive con un pie en Marsella y otro en Montreal, ha elegido Biarritz como escenario de su último estreno. Además, lo ha bautizado con un nombre en euskara: «Erritu» (Rito).

«Tenemos una relación especial con esta compañía -reconocía Claverie- y para nosotros es todo un regalo que el coreógrafo Christophe Garcia haya elegido nuestro festival para este estreno. Además, que le haya puesto el título en euskara es, para mí, personalmente, una satisfacción». Unos ritos que, como apunta el director del festival, Garcia siente «están muy vivos» en Euskal Herria. «Y lo dice en el sentido positivo», puntualiza Claverie. El estreno está fijado para este noche, a las 21.00 h., en el Teatro del Casino Municipal.

Llenos y más

Desde su inauguración, hace exactamente una semana, Maitaldia ha acogido a un promedio de cuatro propuestas diarias, entre espectáculos, talleres y exposiciones, aunque los fines de semana, como este que se avecina, resultan de lo más completos: mañana, por ejemplo, hay programadas seis actividades, que permiten ver espectáculos desde las 12.00 del mediodía hasta las 21.00 h., hora a la que arranca el espectáculo de la Compañía Nacional de Danza de Nacho Duato en la Gare du Midi. 22 compañías y unos cuarenta montajes son el grueso de lo que ofrece este certamen, en el que en los últimos tres años sus organizadores han constatado un aumento relevante de público. De hecho, escenarios como el teatro Le Colisée, que este año acoge por primera vez los montajes más contemporáneos a precios muy populares, cada noche están registrando llenos. Y el fin de semana, otro tanto o más, a pesar de que Maitaldia coincida con la celebración del Campeonato Mundial de Rugby y enfrentarse a las retransmisiones deportivas y a la televisión no suele ser plato de gusto para los organizadores. Sin embargo, parece que se está haciendo realidad el llamamiento que se hizo antes del festival en clave de broma, en el sentido de que «si tu marido se queda en casa para ver el rugby, tú queda con tus amigas y ven a la danza».

Público joven y femenino

El público es, por tanto, mayoritamente femenino y, sobre todo, muy joven, según apunta Claverie. De hecho, considera que ahora se están recogiendo los frutos del trabajo realizado en Biarritz durante todo el año, con una programación estable y una especial incidencia en el público infantil. Un dato: hay mucho guipuzcoano, que se acerca sobre todo a los espectáculos con más nombre, y también acude público desde Pau y Toulouse, porque «este es un festival que extiende su influencia desde Burdeos hasta Bilbo», agrega Filgi Claverie.

A falta de los datos concretos de taquilla, no duda en considerar que la edición que se desarrolla actualmente es la del «despegue» definitivo. Desde el cambio de planteamiento del festival, que ha apostado por una apertura hacia todo lo que pueda ser «sur» -«sea el sur de Europa o el sur del planeta», dice el director artístico-, el mestizaje se ha adueñado de la ciudad labortana: uno puede ver desde la danza más novedosa que se hace en Israel o en Burkina Fasso, hasta la danza tradicional procedente de la India, pasando una muestra representativa de la escena contemporánea vasca. De hecho, este fin de semana permite realizar un pequeño «circuito» por la danza que se hace aquí gracias a montajes como los de Ciento Cincuenta Cuerdas (hoy), o los de Ertza u Organik (hoy y mañana, respectivamente).