Pintar o escuchar a quien sabe hablar
«Conversaciones con mi jardinero»
Un canto a la amistad y a los escenarios naturales rescatados de la infancia que, en manos de Jean Becker, se convierte en una apuesta segura por el placer de la charla en buena compañía. «Conversaciones con mi jardinero» iba a ser protagonizada por el malogrado Jacques Villeret, habitual del director, pero su sustituto Jean-Pierre Darroussin acaba haciendo una estupenda pareja con Daniel Auteuil, en el personaje del pintor Henri Cueco.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
El cine del veterano Jean Becker cada vez está más marcado por la añoranza y el regreso a los paisajes de infancia, en una etapa de madurez destinada a recuperar los valores que definieron la obra de su padre, el gran maestro Jacques Becker.
Sus películas recientes transmiten la tranquilidad del campo, de los paisajes o paraísos perdidos, así como el calor humano de los personajes sencillos, definidos por el trabajo de actores muy queridos por el público cinéfilo. Un proceso de búsqueda de la estabilidad creativa que seguramente se inició con «Verano asesino», aunque luego «Elisa» pareciera ir en otra dirección.
Del mismo modo que en sus comienzos Becker hijo había estado muy unido a las interpretaciones de Jean-Paul Belmondo, de un tiempo a esta parte era en el malogrado actor Jacques Villeret en quien más confiaba. En ese sentido, su nueva película debería haber sido una continuación de «La fortuna de vivir», «Un crimen en el paraíso» y «Los jardines de la memoria». La noticia de la muerte de su gran amigo le llegó justo cuando había terminado el primer borrador del guión de «Conversaciones con mi jardinero», así que estaba pensado en él para el personaje principal. En lugar de desechar el proyecto después de semejante pérdida, Becker sintió que quería tanto ya al jardinero que no lo podía dejar huérfano para la pantalla.
Un personaje «heredado»
El director de «Conversaciones con mi jardinero» fue honesto con Jean-Pierre Darroussin, a quien antes de aceptar el papel le advirtió de que había sido escrito para Jacques Villeret, pero el actor predilecto del marsellés Robert Guédiguian no vio ningún problema en ello. Había heredado un personaje y lo iba a interpretar a su manera, fiel a su costumbre de no leer nunca el libro del cual proviene.
Darroussin es un profesional que se ajusta al guión de la película, sin pensar en nada que esté fuera de ella o provenga de otro contexto. Entendía muy bien a ese exferroviario dedicado a la jardinería, por su manera de hablar franca y con expresiones en desuso, ya que le recordaba a su padre, un hombre procedente del campo. Tampoco le hubiera hecho falta en este caso conocer previamente la novela autobiográfica del pintor Henri Cueco, debido a que Becker ha respetado los diálogos originales tal cual.
La principal tarea de la adaptación ha consistido en enriquecer la figura del pintor, en el libro reducida a la función de mero receptor de las sabias palabras de su jardinero. Daniel Auteuil mantiene la perspectiva del hombre que sabe escuchar, pero que también interviene en la conversación, hasta dejar entrever la profunda admiración que siente por su interlocutor.
Como artista e intelectual llegado de París, se deja sorprender por el aire campechano del que fuera antiguo compañero en la edad escolar, redescubriendo la autenticidad de aquellos años en el reflejo de alguien que ha hecho de la sencillez una virtud y que no necesita parecer culto para dominar una filosofía de vida guiada por el sentido común. Los dos intérpretes conectaron entre sí a partir del rodaje de la escena de pesca, que les obligó a permanecer juntos en una barca durante todo un día.
T.O.: «Dialogue avec mon jardinier». Dirección: Jean Becker.
Guión: J. Becker, Jacques Monnet y Jean Cosmos, sobre la novela de Henri Cueco.
Intérpretes: Daniel Auteuil, Jean-Pierre Darroussin, Fanny Cottençon, Alexia Barlier, Hiam Abbas, Elodie Navarre.
País: Estado francés, 2007.
Duración: 109 minutos.
Género: Comedia costumbrista.