Las gordas también bailan
«Hairspray»
El nuevo «Hairspray» no es un «remake» de la comedia de John Waters, sino del musical de Broadway basado en ella. Un John Travolta travestido ha asegurado el éxito comercial dentro de un género minoritario.
M. INSAUSTI | DONOSTIA
¿Quién no está dispuesto a pagar la entrada del cine por el solo placer de ver a John Travolta y Christopher Walken bailando juntos, como pareja cómica de enamorados haciendo de «la gorda y el flaco»? En fin, que con un chantaje así de por medio nadie es capaz de establecer comparaciones con la película original de John Waters, por más que se haya acabado traicionando su espíritu transgresor. Es un musical basado en la versión que, a su vez, se hizo para los escenarios de Broadway siguiendo un proceso de adaptaciones consecutivas de uno a otro medio hasta volver de nuevo a la pantalla, algo que no es nuevo, porque ya se dio con la película de Mel Brooks «Los productores». Es una manera de exprimir un producto al máximo a medida que su naturaleza va cambiando, porque «Hairspray» es ahora una película musical en toda regla, muy alejada ya de la comedia antiracial creada por el cineasta de Baltimore. Se le han añadido números de baile, canciones y un sinfín de coreografías que dejan de lado la problemática social de los años sesenta, tratada con tanta ironía en la película de 1988.
La nueva versión es infinitamente más comercial, gracias a que ha sabido explotar el protagonismo de un John Travolta travestido. El actor de «Grease» quería romper con la imagen que esa película ha hecho trascender de él dentro del género, por lo que la mejor manera era el registro autoparódico. Es su reinterpretación del personaje creado por Divine, cuya fisonomía ha variado mediante los actuales efectos de maquillaje y prótesis que engordan a los actores a capricho. De esta forma, la Edna de Travolta adquiere unas curvas exageradas y el rostro del actor, aunque deformado, continua siendo perfectamente reconocible: es Travolta haciendo de Edna.
Los fans de la película, que ya son legión, tal como sucede en las contadas ocasiones en que un musical funciona en taquilla, defienden todo el reparto. Los nuevos intérpretes, los más jóvenes, son los que cuentan con mayores apoyos, especialmente Nikki Blonsky. Esta graciosa regordeta ha hecho olvidar a Ricky Lake, la cual aparece en un cameo junto a otros supervivientes del viejo «Hairspray», con el mismísimo John Waters al frente asumiendo gustoso el rol episódico de un exhibicionista. Es un guiño a la provocación que ha quedado atrás, reemplazada por un espectáculo que solamente pretende divertir y contagiar las ganas de darle marcha al cuerpo, sin que los kilos de más supongan un obstáculo.
«Hairspray» es ahora una película musical en toda regla, muy alejada de la comedia antiracial creada por el cineasta de Baltimore. Se le han añadido números de baile, canciones y un sinfín de coreografías que dejan de lado la problemática social de los años sesenta, tratada con tanta ironía en la película de 1988.
Dirección: Adam Shankman.
Guión: Leslie Dixon, sobre el guión de John Waters, el libreto de Mark O'Donell y Thomas Meehan, y las canciones de Scott Wittman y Marc Shaiman.
Intérpretes: Nikki Blonsky, John Travolta, Christopher Walken, Michelle Pfeiffer, Brittany Snow, Zac Efron, James Marsden, Amanda Bynes, Allison Janney, Queen Latifah, Jerry Styller.
País: EE.UU., 2007.
Duración: 117 minutos.
Género: Musical.