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Comienza el ramadan

1.200 millones de personas dan inicio a un mes de ayuno y fiesta

Desde ayer, la mayoría de los 1.200 millones de musulmanes que hay en el mundo viven el Ramadan, mes de ayuno y de fiesta. La prohibición de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales desde el alba hasta el ocaso se rompe cada noche con el «iftar». Mes en el que se practica la caridad y la paz, esta última no rige en los países ocupados. Los talibán afganos anuncian una ofensiva y los iraquíes recelan de las llamadas a la calma por parte de EEUU.

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GARA | YAKARTA

La mayor parte de los alrededor de 1.200 millones de musulmanes comenzaron ayer el mes de ayuno sagrado del Ramadan.

Desde Indonesia al este hasta Marruecos, al oeste, el Ramadan comenzó ayer para la gran mayoría de los musulmanes, aunque el inicio exacto depende de cada país y de la profesión de fe mayoritaria, sunita o chiíta.

Como cada año, la aparición de la luna creciente determinó en el último momento el debut del mes sagrado en el que, durante cuatro semanas, desde que sale hasta que el sol se oculta, los musulmanes de todo el mundo deben abstenerse de comer, beber, fumar y de mantener relaciones sexuales.

Eso no impide que sea el más festivo de los meses del año, con los refrigerios nocturnos en familia o con los amigos, pese a la inevitable subida de precios que se registra todos los años.

En Indonesia, el país musulmán más poblado del mundo (el 90% de sus 220 millones de habitantes profesan la fe islámica), el Ramadan dio comienzo en la noche del miércoles bajo los tristes auspicios de una sucesión de terremotos de alta intensidad y de multitud de réplicas en la costa oeste de la isla de Sumatra, afectada gravemente por el devastador tsunami de diciembre de 2004.

La mayoría de los musulmanes en Indonesia practican un islam abierto. No obstante, los grupos más rigoristas ya han anunciado que tomarán medidas contra los bares, discotecas y otros lugares que no respeten las horas de ayuno.

El Gobierno ha reaccionado ordenando el cierre de locales nocturnos y restringiendo el horario de los restaurantes.

En Bangladesh, el Gobierno ha aprobado por decreto una rebaja nacional del 20% sobre el precio del arroz mientras que cientos de comercios de la capital, Dacca, ofrecerán productos alimenticios a bajo precio. «Queremos que los más pobres y la clase media puedan disfrutar del Ramadan», aseguró el secretario de Estado de Alimentación.

El Ramadan es considerado un período de tregua. Esta no rige, sin embargo, en los países invadidos.

En Afganistán, los talibán han anunciado una nueva gran ofensiva por todo el país contra las fuerzas extranjeras y el Gobierno colaboracionista.

La operación, bautizada con el nombre de Nasrat (Victoria en lenguas pastún y dari), supondrá, según sus promotores, un recrudecimiento de los atentados suicidas y de los ataques «no sólo en el sur sino en el conjunto de Afganistán».

En Irak, EEUU trata de vender una imagen de mayor calma e insiste en que la situación de seguridad habría mejorado.

Signo de cierta calma. se constataba ayer una tímida recuperación de la actividad en el mercado de Shoja en Bagdad, donde los vecinos acostumbran a hacer las compras antes del inicio del Ramadan, el miércoles para la minoría sunita y ayer para la mayoría chiíta.

«Es una tradición que no podemos incumplir pese a los atentados», confiesa mucho más pesimista y realista Um Ahmed, madre de cuatro niños.

Y es que todos los meses de ayuno desde la invasión se han visto marcados por las acciones de la resistencia y por los atentados, algunos de ellos totalmente indiscriminados.

La población palestina vive el primer Ramadan desde el intento de golpe de estado de al Fatah en Gaza, que supuso su expulsión a Cisjordania.

Empresarios, preocupados

En la cuna del islam, Arabia Saudí, el trabajo se ralentiza durante este mes pero todo debe estar listo para recibir al millón de musulmanes que llegarán en la omra, el pequeño peregrinaje a la ciudad de La Meca.

En Egipto, el país más poblado del mundo árabe, la seguridad se ha acrecentado en torno a los lugares turísticos. En El Cairo, ciudad de 18 millones de habitantes que sufren embotellamientos monstruosos, los agentes de circulación no podrán coger vacaciones. Deben asegurar a los cairotas su regreso diario a casa para el iftar, el refrigerio de ruptura del ayuno.

En los hoteles de lujo del emirato petrolero de Kuwait, los conciertos y recepciones nocturnas están prohibidos.

Dubai, el emirato más occidentalizado, observa las restricciones pero las tiendas nocturnas hacen su agosto y se organizan fiestas bajo inmensas tiendas de lona.

En Filipinas, el Gobierno ha hecho coincidir el inicio del Ramadan con un gran operativo militar contra la minoría musulmana del archipiélago, presentada como una operación contra el grupo armado Abu Sayyaf.

El primer día del Ramadan, fuente de divergencias entre países

El primer día del mes del Ramadan está tradicionalmente determinado por la observación a ojo de la luna nueva, un método que explica las divergencias entre los distintos países.

En cada país, teólogos, sabios y dignatarios religiosos se reúnen todos los años en la «noche de la duda», durante la que se observa la aparición del primer cuarto de la luna nueva, para escrutar el cielo y fijar el inicio del mes de ayuno sagrado.

Ciertos países combinan la observación con medios más modernos como cálculos astronómicos, telescopios o incluso, como en el caso de Irán el año pasado, aviones.

El problema es que la luna no aparece a la misma hora en todos los países.

El Ramadan corresponde al noveno mes del calendario de la Hegira, al que los musulmanes se refieren para sus fiestas religiosas y que se apoya en el ciclo lunar, once días más corto que el solar, lo que explica que el inicio del Ramadan varíe cada año.

Uno de los cinco pilares del islam, el Ramadan es un mes que conmemora la revelación divina recibida por el profeta Mahoma.

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El mes más triste para la ya castigada población palestina ocupada

Los palestinos comenzaron ayer el mes de Ramadan con una mezcla de alegría -por ser un periodo festivo y familiar- y tristeza, pues es el primero con Cisjordania, bajo control de al-Fatah, y Gaza, de Hamas, separadas de facto y no sólo por decisión israelí.

En el caso de la Franja se une además una muy difícil situación con todos los visos de empeorar por el cierre de los pasos fronterizos con Israel y Egipto, y el bloqueo de la comunidad internacional.

Por si fuera poco, sectores de al-Fatah insisten en organizar rezos en la calle, lo que hasta ahora ha impedido Hamas, incluso a bastonazos.

Sus 1,4 millones de habitantes (un 80% está bajo el umbral de la pobreza) coinciden en su mayoría en que este mes de ayuno será el peor de su vida. Es el caso de Um el Abed al Fayumi, quien perdió a su marido en los enfrentamientos fratricidas .

La ANP «ha cortado el salario a mi hijo policía», denuncia esta mujer. Por desgracia, no es la única que se ha quedado sin poder comprar todo tipo de comida y dulces, como dátiles o zumo de albaricoque, que los musulmanes comparten en familia tras caer el sol. Un vendedor, Ibrahim al Hello, explica que los precios de la comida para este Ramadan se han disparado a causa del cierre de los pasos por parte de Israel.

En Cisjordania tampoco reina el entusiasmo. «La situación está fatal en todos los aspectos: económico, de seguridad... ¡esto no es vida!», asegura Hussein en el zoco de Jenín.

«Aquí sólo Alá controla la situación. Es una tragedia que estemos a la gresca», lamenta Hasan, un empresario del sector del dulce. GARA

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