ANÁLISIS | Josu Jon Imaz anuncia que deja la política
Margarita por deshojar
Resulta difícil pensar que Iñigo Urkullu sea un candidato de consenso, el mirlo blanco de la tercera vía. Él es parte interesada. Aupó a Imaz en 2003. Otra cosa es que encabece una lista única con un nuevo y pactado equilibrio de fuerzas.
Iñaki IRIONDO
La decisión de Josu Jon Imaz de abandonar la vida política ha hecho que muchas miradas se dirijan hacia Joseba Egibar. Se pretende hacer ver que si Imaz se retira para no ser un obstáculo en la cohesión del partido, quien hace cuatro años le disputó la presidencia del EBB debe adoptar la misma decisión. Y ya se ha decidido quién es el «hombre de consenso», Iñigo Urkullu, quien en 2003 empujó a Imaz a la pelea.
La decisión de Josu Jon Imaz de anunciar por sorpresa su intención de abandonar la vida política está siendo aprovechada por algunos medios e incluso por caras referenciales del PNV para exigir a Joseba Egibar un sacrificio similar en el altar de la unidad y la cohesión del partido. El todavía presidente del EBB remarca en su carta de despedida que el PNV no puede volver a reproducir la división que se dio hace cuatro años en el proceso de sucesión de Xabier Arzalluz. Y hay en las bases jeltzales quien piensa que ya podía haber tenido eso en cuenta en 2003, antes de prestarse a abrir una batalla interna inédita en la historia reciente del partido.
Las demandas de que Egibar no presente en esta ocasión su candidatura a la presidencia del EBB vienen acompañadas de la noticia de la existencia de un posible candidato de consenso, que es el actual portavoz del EBB y presidente del BBB, Iñigo Urkullu. Pero resulta difícil entender que Urkullu sea presentado como el mirlo blanco de la tercera vía, una figura casi equidistante entre Imaz y Egibar.
No puede olvidarse que Iñigo Urkullu fue quien empujó hace cuatro años a Josu Jon Imaz a presentar su candidatura para frenar el ascenso de Joseba Egibar, considerando que con esta opción la victoria sería más fácil que presentandose él mismo. Puso a disposición del entonces consejero de Industria todo el peso del BBB. E Imaz resultó elegido gracias al peculiar sistema electoral del PNV. Según reveló Xabier Arzalluz en el libro «Así fue», Egibar obtuvo 5.709 votos e Imaz 4.967.
A partir ese momento, Iñigo Urkullu se convirtió en el principal soporte de Josu Jon Imaz. Ambos, por ejemplo, fueron los representantes del PNV en las conversaciones entre partidos que se produjeron durante el alto el fuego de ETA. Además, durante estos años, le ha correspondido ejercer las tareas de portavocía del EBB. Por tanto, casi podría hablarse de un tándem Urkullu-Imaz al frente del PNV durante el último periodo.
Bien es cierto, sin embargo, que cuando Josu Jon Imaz ha expuesto sus ideas más personales, y la que mayor conflicto han generado dentro de la propia base jeltzale, no ha encontrado un apoyo público decidido de Iñigo Urkullu, que se ha limitado a tratar de apagar fuegos.
Por todo ello, no se puede presentar a Urkullu como un candidato de consenso, otra cosa distinta es que pueda llegar a encabezar una lista única que cuente con el respaldo de los dos principales sectores del partido. Esto exigiría, evidentemente, un paquete más amplio de compromisos.
El primero ha podido ser una ponencia política capaz de contentar a todas las partes, lo suficientemente ambigua para dejar abierta cualquier puerta de futuro, incluida la posibilidad de una consulta del tipo de la que Josu Jon Imaz rechazaba expresamente en su artículo «No imponer, no impedir». Se está manteniendo en algunos ámbitos que el proyecto de ponencia representa la victoria del sector más soberanista del partido. Es cierto que su redacción dista de la terminología que Imaz ha empleado en sus escritos, pero no lo es menos que tras una lectura sosegada del texto se ve que su redacción no tiene por qué incomodar a ningún afiliado del PNV.
Pero además de una ponencia consensuada, el paquete de compromisos para lograr una lista única a buen seguro que deberá incluir también una «hoja de ruta» pactada -y probablemente no pública- de en qué dirección se va a gestionar esa ponencia en los próximos años.
Junto a todo ello, habría que acordar la tripulación que dirigirá el barco. Y cabe pensar que a tenor de la correlación de fuerzas que se dio en las últimas elecciones internas es previsible que el denominado sector de Egibar exija una representación en el futuro EBB más acorde al peso de cada parte que la que en virtud del complejo sistema interno jeltzale se daba en la actual dirección.
De momento Joseba Egibar guarda silencio. Tiempo hay para deshojar la margarita y pronunciarse. Por otra parte, hay que tener en cuenta que en el PNV, en estricta teoría, no son los candidatos quienes se presentan a la elección, sino las bases quienes presentan a los candidatos y éstos, luego, aceptan o no participar en las elecciones.
En una entrevista publicada este mismo domingo, le preguntaban a Joseba Egibar si en caso de que las bases le propusieran para optar como candidato lo aceptaría. Su respuesta era que «en todo caso, se valoraría. Pero eso corresponde a una fase posterior. Ahí se verá». Egibar, eso sí, se mostraba favorable a propiciar la cohesión del partido, pero en ningún caso daba por buena ni avalaba todavía la existencia de una candidatura de consenso.
Por eso, determinadas declaraciones de gentes como Román Sudupe o Iñaki Anasagasti, suenan a intento de lanzar, en nombre de la unidad, un último ajuste de cuentas dentro de una guerra interna aún no resuelta.