El proyecto del Gobierno turco, en manos del islamista moderado AKP, de reemplazar la actual Constitución, redactada tras un golpe de estado militar, e incluir la autorización para llevar el velo (hijab) en la universidad ha levantado una gran polvareda en el país.

El primer ministro, Recep Tayip Erdogan, recordó que «el derecho a la educación superior no puede ser restringido por lo que viste una chica. No existe ese problema en las sociedades occidentales, pero hay un problema en Turquía y creo que el primer deber de los políticos es resolver problemas», insistió Erdogan en una entrevista publicada ayer por el diario «The Financial Times».

«El pañuelo no es un símbolo político. Mi mujer lo lleva y en otros partidos políticos también hay mujeres con velo», incidió ayer Erdogan en una esperada y multitudinaria conferencia en Ankara, en la que recordó que dos de cada tres mujeres se cubren la cabeza en el Estado turco.

Críticas cerradas

Alineado junto al Ejército turco, la alta magistratura y los partidos herederos del legado del «padre de la patria», Kemal Ataturk, el Comité de Rectores remarcó que «la prohibición del velo es un hecho jurídico decidido por la Justicia turca y confirmado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2005».

El nuevo presidente turco, el también islamista Abdullah Gul, subrayó que «siempre será mejor para ellas ir a la universidad antes que quedarse en casa y quedar aisladas de la vida social».

Medios cercanos al AKP, como el diario «Zaman», trataron de restar hierro al asunto recordando que seguirían estando prohibidas las vestimentas que tapan a la mujer de los pies a la cabeza, como el burka o el arsaf.

Por contra, el el ex presidente del Tribunal Constitucional, Mustafá Bumin, auguró que las universitarias se verán «forzadas a cubrirse» la cabeza.