La trilogía «Guardianes» constituye no sólo un fenómeno sin precedentes dentro del género fantástico, sino también un renacimiento de la industria rusa de hacer películas. Tras la caída del régimen soviético la mayoría de salas de cine cerraron y ese enorme potencial no se ha recuperado desde entonces. Con todo en contra, el visionario cineasta Timur Bekmambetov se lanzó a la aventura de conseguir llevar al público ruso a los cines otra vez. «Guardianes de la noche» fue un éxito inimaginable, superado por su continuación «Guardianes del día», según una curva ascendente que deberá culminar la entrega final «Guardianes del crepúsculo». La narrativa de acción con elementos sobrenaturales es adecuada a las localizaciones moscovitas más emblemáticas, lo que se traduce en la seña de identidad de la serie. Los efectos especiales son competitivos gracias a un sistema de conexión entre pequeños estudios diseminados a lo largo de la geografía rusa.