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Raimundo Fitero

Rural

Se estrenó en La 2 uno de esos programas que llegan precedidos de una gran expectación propiciada por unos propagandistas secretos, que convirtieron en algo de culto un programa de una cadena de pago y que se llamaba «La hora chanante». En las catacumbas el humor rural, seco, castellano, el lenguaje preñado de localismos albaceteños, de unos personajes que se construyen a base de retazos del paisanaje más cercano transformado por la globalización de la red de redes, llegando en ocasiones a parecer que estamos ante una larga sesión de vídeos de Youtube.

Su pase a la posibilidad de ser aceptado por el gran público, su consagración o simplemente su asimilación institucional les lleva a La 2 con el nombre de «Muchachada Nui», y se convierte en un lugar para escapar de las habituales raciones de realismo sucio, naturalismo de neón, emociones con anticongelante y todo ello a base de un humor absolutamente fuera de la rutina. Le llaman surrealismo, pero podríamos llamarle esperpento, porque lo que hacen es colocar los espejos deformantes delante de una realidad rural, provinciana, universal, salvaje o adocenada. También tiene toques de burlesco, bebe en los aires iconoclastas y siempre combate. Lo mismo para doblar de nuevo una película, que para lanzar un vídeo promocional, son una opción clara de la posibilidad de una diferencia, de un humor mucho menos previsible, de unos artistas que parecen actuar con absoluta libertad conceptual y de desarrollos. No parece una propuesta para los públicos de gustos fáciles, pero puede ser una buenísima opción para una inmensa minoría.

Lo que me ha sucedido a mí viendo a estos muchachos con su humor rural, es que me pareció ver en los noticiarios una escena de promoción que después no aparecía en su entrega de La 2. Era una niña vestida de manera estrafalaria que se ofrecía a la madrileña virgen de La Moncloa, para que la protegiera. Sus padres, unos catetos rurales, la llevaban en brazos y el arzobispo soltaba unas letanías y el pueblo aplaudía y gritaba vivas a los reyes. Una magnífica sátira antimonárquica, aunque la presentaron como una noticia real. Los humoristas.

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