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CRÓNICA | Al día siguiente de la amenaza israelí

En la «hostil» Gaza se preparan para lo peor

Nidal eslim, conductor de taxi, ha comenzado a almacenar bidones de gasolina ante el temor a la escasez que se producirá si Israel comienza a aplicar las sanciones económicas que anunció tras declarar a la franja de Gaza «entidad hostil».

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Adel ZAANOUN

«He comenzado a almacenar gasolina para poder seguir trabajando si Israel interrumpe el suministro de carburantes», señala Eslim, de 33 años y padre de siete hijos.

Su traqueteante taxi es su única fuente de recursos. «Voy a intentar hacerme con 500 litros, que me servirán para varios días. Hay que sobrevivir».

Israel abrió la vía para endurecer las sanciones que aplica contra Gaza tras declarar el miércoles este territorio controlado por los islamistas de Hamas «entidad hostil».

Mientras prosigue con sus operaciones militares contra los grupos armados, Israel se guarda en la manga la posibilidad de limitar el poder de Hamas restringiendo la circulación de mercancías hacia Gaza, así como el suministro de carburante y de electricidad.

Maldiciendo los cortes de suministro, las madres de familia se dirigen a los puntos de venta de agua potable diseminados por Gaza. El bidón de 500 litros, con transporte hasta el domicilio incluido, cuesta el equivalente a 3,5 euros.

«Es lo mejor que podemos hacer para prepararnos para los días que vienen», dice una de estas mujeres, Rima.

La franja de Gaza, donde malviven 1,5 millones de palestinos en condiciones miserables, es uno de los territorios más pobres del mundo. Sometido ya a un bloqueo casi total desde la aplastante victoria electoral de Hamas en enero de 2006, la población espera con fatalismo un agravamiento de la situación.

«Es una decisión contraria a la equidad que agrava el sufrimiento del pueblo de Gaza y le coloca bajo una gran presión, lo que hace que estamos ante el riesgo de que se produzca una explosión», destaca Ahmad, conferenciante en la Universidad de Gaza, que prefiere no dar a conocer su apellido.

«Esto no nos extraña. Los israelíes quieren destruir la franja de Gaza con el pretexto de querer destruir Hamas. ¿Pero qué podemos hacer? No sabemos cómo reaccionar y no nos queda otra opción que encomendarnos a Dios», declara Ayman Abu Assi, un parado de 23 años.

«Apelamos al presidente Mahmud Abbas a que litigue ante la comunidad internacional para impedir las masacres que Israel quiere cometer», dice este hombre, que tiene una familia de doce personas a su cargo.

Para Ahmed Abu Daloul, un obrero de 40 años, la decisión de Israel, justificada como una respuesta al lanzamiento de cohetes artesanales disparados desde la franja, es «un preludio de los bombardeos que convertirán Gaza en algo parecido a Afganistán o a Irak».

Oum Moumen, un ama de casa, afirma que no tiene miedo. «No son más que amenazas sin fundamento. Dicen que están dispuestos a invadir Gaza pero, simplemente, están intentando que temamos a Hamas para que éstos se vean obligados a renunciar al poder, pero en realidad no tienen nada que hacer».

El doctor Mouawiya Hassanin, director del servicio de urgencias del Ministerio de Sanidad, en cambio, vive «sometido a un verdadero temor de una invasión israelí».

«Apelamos a las organizaciones médicas internacionales y a los colectivos de defensa de los derechos humanos a intervenir para que Israel levante las restricciones y autorice la llegada de medicamentos y los traslados de personas enfermas. En caso de ataque o bloque total, miles de personas con cáncer o insuficiencia renal corren el riesgo de morir», añadió Hassanin.

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