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Josu Imanol Unanue Astoreka Activista social

Registros ilegales

Citan a homosexuales, prostitutas, usuarios de drogas y emigrantes en capítulos aparte, mientras que no existe un apartado específico para los catalogados como heterosexuales

Mientras que la Secretaria del Plan Nacional del Sida, Teresa Robledo, insiste en que el registro de personas viviendo con el VIH se elaborará más adelante, el silencio de los que sin previo aviso a los afectados ya lo realizaron desde hace más de una década, permite vislumbrar la catadura ética de los mismos. Hablo de los que ya se adelantaron a las recomendaciones desde algunos sectores europeos, nuestros responsables sanitarios que citaban la necesidad de conocer datos de los afectados y centralizarlos (en nuestro caso, los de Hego Euskal Herria en Madrid) para llevar acabo políticas efectivas.

Si no buscáramos alguna compensación, sobre todo por parte de algunos en ONG que aplauden la medida, su uso futuro, que puede ir mas allá de lo meramente médico, debería preocuparnos, pues nuestra situación no esta aún normalizada.

El registro tan olvidado y criticado por algunos fue silenciado e impulsado por otros miembros relevantes de ONG que colaboraron en limpiar la cara a los que lo realizaron, primeramente en Nafarroa, allá por 1991, en silencio y sin nuestra aprobación. Lo mismo podríamos citar del «País de Alicia» y del «Ven y Cuéntalo», porque también, aunque un poco más tarde, se facilitó su elaboración y centralización siguiendo criterios que van en contra de los derechos humanos.

Se nos vendió la mentira de que todos estaban a favor de su eficacia y nos mareamos en la elaboración más o menos «secreta». Aún recuerdo alguna reunión donde el asombro propio y la desesperación me llevaron a defraudarme de lo que realmente pretendían algunas ONG y sus representantes allí presentes. Y es que debemos considerar:

1-Estigmatiza, una vez más, a las personas con VIH, por ejemplo dejando que los trastornos corporales y la atención psicológica queden a expensas de lo decidido en cada comunidad, y obvia los problemas sociales que padecemos, recomendando no discriminar y no proponiendo medidas concretas.

2-En la clasificación que realizan, aunque no se cite explícitamente, se nos sigue catalogando como «grupos de riesgo», porque para actuar citan a homosexuales, prostitutas, usuarios de drogas y emigrantes en capítulos aparte, mientras que no existe un apartado específico para los catalogados como heterosexuales.

3-La prevención se centra en que las personas que tenemos el VIH evitemos su transmisión, lo que supone llevar toda la responsabilidad a una de las partes con todo lo que conlleva.

Seguramente los responsables autonómicos del sur de Euskal Herria pueden estar orgullosos de imponer sus criterios por encima de nuestros derechos, pero lo realizado merece la condena por actuar sin nuestro consentimiento, porque la eficacia de futuras actuaciones efectivas no va pareja al conocimiento de datos que van mas allá de lo propiamente sanitario.

Se ha realizado un registro ilegal y aún dudamos si debe hacerse o no. Será que preferimos mirar de lado y obviar que los datos ya circulan por algunas instancias de Madrid. Claro, nos hablan de claves encriptadas y de lo que sea, pero el problema no es la inaccesibilidad del resto de la población, sino que la accesibilidad y su conocimiento corresponde a quienes ya no nos han respetado lo básico, a los mismos que dentro de unos meses aplaudirán sus propias políticas de prevención y premiarán a los que sigan silenciando esta realidad.

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