Frédéric BICHON

El Ayuntamiento de Amsterdam anunció ayer que se va a implicar en una gran operación financiera para acabar con el Barrio Rojo y sus escaparates de prostitución, una atracción para millones de turistas.

La municipalidad, que considera el barrio como un lugar de esclavitud moderna y un refugio para el crimen organizado, ha decidido desbloquear hasta 15 millones de euros para participar en la retirada de 51 escaparates pertenecientes al «Emperador del Sexo», que deberán ser reconvertidos en locales o comercios.

El alcalde, Job Cohen, aseguró ayer a la prensa que «estamos ante un gran paso adelante para limpiar el Wallen», uno de los más antiguos y pintorescos barrios de Amsterdam.

Cohen justificó la medida asegurando que «después de la liberalización de la prostitución en 2000, las cosas han cambiado mucho (...) La ley regula la prostitución voluntaria, pero actualmente estamos hablando de tráfico de blancas, de explotación y de toda una serie de actividades criminales», señaló el primer edil de la ciudad, para insistir en que «no se trata de acabar con la prostitución de Wallen, sino de luchar contra la criminalidad».

Pese a reconocer que el Barrio Rojo es un lugar de alto interés turístico, el consejero municipal de Finanzas y Economía, Lodewijk Frans Asscher, menospreció el impacto del cierre de los escaparates.

«¿De qué tipo de turistas estamos hablando? De vertical drinkers -señaló en inglés, utilizando una expresión en boga en Londres para describir a los que beben de pie- que recorren la zona con sus botellas en la mano», se respondió él mismo. «Esta gente no consume en los bares y en los restaurantes», añadió. ¿Qué es más importante?», volvió a utilizar la interrogación: «¿Una atracción turística de mujeres que son víctimas? ¡Si es la esclavitud moderna!», sentenció Asscher.

Críticas de las prostitutas

La decisión del Ayuntamiento ha sido duramente criticada por la asociación de defensa de las prostitutas de Rode Draad.

«Nosotras pensamos que a menos escaparates habrá más explotación de mujeres», aseguró tajante la portavoz de la asociación, Metje Blaak. «Si los escaparates son cerrados, las mujeres dejarán de estar visibles y ni nosotras ni los servicios de salud podremos hacer nada por ellas», añadió.

«Mejor harían en perseguir a los chulos antes que polarizar su acción en estos inmuebles», retó al Ayuntamiento.

Una sociedad inmobiliaria, NV Stadsgoed, ha concluido un acuerdo con el conocido en Holanda como «Emperador del Sexo», Charles Geerts, para cerrar los escaparates a cambio de 25 millones de euros.

Es el precio de mercado, aunque los escaparates cuestan mucho más. Una prostituta paga en efectivo un centenar de euros por turno de trabajo. Y las hay que acuden a estos miradores todos los días.

Para compensar la pérdida del valor de los lotes tras el cambio de su afectación, el Consejo Municipal ha decidido desbloquear hasta 15 millones de euros. A cambio, Geerts no podrá invertir en el Barrio Rojo. Fuera de esta zona, tampoco está autorizado invertir en prostitución, máquinas tragaperras o coffe shops (establecimientos donde se ofrecen drogas consideradas blandas).

Sus 51 escaparates representan un tercio de los situados en Wallen y la quinta parte del conjunto de escaparates de prostitución de Amsterdam.

El Ayuntamiento inició en otoño pasado la ofensiva contra el Barrio Rojo, donde a lo largo de los canales y las fachadas del siglo XVII se concentra desde hace más de un siglo la mayor parte de la prostritución visible de Amsterdam. Ya ha retirado permisos de explotación a decenas de establecimientos sospechosos de blanqueo de dinero.