crisis en oriente medio
Siete años después de la segunda intifada, Palestina sigue ocupada
La presencia de Ariel Sharon en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén fue el detonante de la segunda intifada el 28 de setiembre de 2000. Siete años después, el partido que formó Sharon es el eje del Gobierno israelí, mientras los palestinos tienen que hacer frente al Muro de segregación, al bloqueo total de Gaza y al parcial de Cisjordania y a unos líderes que acuden a la negociación con Israel para mantener sus privilegios.
GARA | JERUSALÉN
Tal día como ayer de hace siete años, el entonces líder del opositor Likud, Ariel Sharon, acudió a visitar la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén, uno de los lugares santos del Islam -Mahoma ascendió al Cielo desde ese lugar, según la creencia de los musulmanes- que también es reivindicado por los judíos como el sitio en el que se levantaba el Templo de Salomón.
La provocación de Sharon provocó la airada respuesta del pueblo palestino, que salió a la calle, tal y como lo hizo en 1987 en la primera intifada.
Sin embargo, no se puede decir que, siete años después, la situación de los palestinos haya mejorado. Si la primera intifada fue desactivada por al-Fatah con los Acuerdos de Oslo, la segunda se ha diluido en un conjunto de negociaciones entre una Autoridad Nacional Palestina cada vez más alejada de su pueblo y las autoridades israelíes.
Israel, en cambio, ha incrementado la represión contra los palestinos. Sharon -actualmente en coma irreversible- consiguió llegar a primer ministro tras su numerito en Jerusalén. Una de sus decisiones más polémicas fue la de levantar el Muro de segregación, que hoy es una realidad que condiciona la vida cotidiana de millones de palestinos pese a que es una obra que supone una conculcación de la legalidad internacional.
El propio Sharon se marchó del Likud para crear un nuevo partido, el Kadima, que actualmente es el principal de los que integran el Gobierno sionista. Sharon y su sucesor, Ehud Olmert, han conseguido mantener una política de negociaciones con una Autoridad Palestina totalmente sometida a sus postulados y liderada por una formación, al-Fatah, más interesada en mantener su cuota de poder y atender a sus negocios.
Siete años después de la revuelta popular de la segunda intifada, el principal problema al que se tienen que enfrentar las formaciones palestinas es la división.
Así, al-Fatah y Hamas están enfrentados. El movimiento islamista venció en las elecciones parlamentarias de 2006, en buena parte por el hastío de la sociedad palestina hacia las corruptelas de al-Fatah, pero tuvo que hacer frente al bloqueo económico de Israel, EEUU y la UE.
Actualmente, el propio concepto de Palestina está en peligro, ya que, cada vez más, se habla de Gaza y Cisjordania como de dos entidades separadas que tienen que tener una evolución diferenciada y no como dos territorios palestinos.
Económicamente, los palestinos padecen una total dependencia de Israel. No sólo en Gaza, también en Cisjordania. Toda la actividad está condicionada a «la buena voluntad» sionista, que puede cerrar la frontera cuando desee, tal y como hizo durante la celebración del Yom Kippur la pasada semana.
Junto a ello, los palestinos padecen una extremadamente dura represión sionista. Las cifras son más que elocuentes: más de 11.000 presos políticos, de los que 438 son menores de edad; más de 500 puntos de control o checkpoints en Cisjordania -un territorio cuya extensión es la mitad de Nafarroa- y ciudades como Qalqilia, completamente rodeada por el Muro, o Nablús, cercada por checkpoints, cuyos habitantes no pueden salir de las mismas.
El ex Gran Rabino de Israel Abraham Shapira, uno de los ideólogos de los colonos sionistas, falleció ayer a los 96 años de edad en Jerusalén. Shapira se opuso a los Acuerdos de Oslo «porque la Torah prohíbe ceder tierra judía a los árabes».
El balance de muertos debido a los ataques israelíes contra la franja de Gaza asciende a catorce muertos en los últimos tres días, además de 30 heridos. El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, ve cada vez más cercana «una invasión».
Coincidiendo con el séptimo aniversario de la segunda intifada y el tercer viernes de Ramadán, 4.000 policías vigilaron los accesos a al-Aqsa. Sólo permitían el paso a los musulmanes residentes en los territorios de 1948 y Jerusalén.
El presidente libanés, Emile Lahoud, solicitó ayer a la comunidad internacional que se mantenga vigilante «ante las intenciones malignas» de Israel que podrían desembocar en una nueva invasión tal y como ocurrió en verano de 2006.
La pequeña ciudad de Annapolis (Maryland), a 50 kilómetros de Washington y sede la Academia Naval de la Marina, es el escenario elegido por George Bush para la conferencia sobre Palestina que tendrá lugar en noviembre.