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La gran manzana podrida

«Padre nuestro»

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CRÍTICAS

Mikel INSAUSTI

Tras el aluvión de películas sobre la inmigración, muchas de ellas localizadas en la frontera entre México y los Estados Unidos, suena la hora de ahondar en las vivencias de esos inmigrantes perdidos en las grandes metrópolis. «Padre nuestro» es la historia de un ilegal que suplanta la personalidad de otro joven mexicano, convencido de que bajo esa falsa identidad le van a ir mejor las cosas en Nueva York. Le ha robado a su ocasional compañero de viaje una carta de presentación, con la que intentará ganarse la confianza de un hombre maduro que no conoce a su hijo, y que lleva años trabajando y ahorrando dinero sin saber de la existencia de ese posible heredero que dejó en su país de origen. El impostor quiere hacerse con esos ahorros a toda costa, pero no le resultará nada fácil, porque en el padre postizo encontrará sin buscarlo una familiaridad que nunca antes había conocido.

El debutante Christopher Zalla indaga en las nuevas relaciones que surgen en la diáspora, no necesariamente basadas en los lazos de sangre. Los seres desplazados que comparten experiencias extremas se sienten unidos entre sí, aunque sólo sea por la necesidad de sobrevivir y ceder el testigo a quien está más próximo en esa situación de total desarraigo. Mientras nace un vínculo paternofilial no biológico entre los dos desconocidos, el verdadero hijo queda definitivamente huérfano y ha de salir adelante como puede con la ayuda accidental de una compañera de la calle. Son apoyos imprescindibles pese a su fragilidad, porque en medio de la indigencia se pierde la confianza en el ser humano y se pasa a guiarse por el puro instinto animal.

«Padre nuestro» se sirve del suspense narrativo tanto en cuanto le conviene, para a las primeras de cambio dejar que el protagonismo de la gran manzana se imponga en toda su crudeza. La ciudad está por encima de las personas que la habitan, imponiendo la ley de la jungla del asfalto de forma brutal e inmisericorde. Si a finales de los años 60 una película como «Midnight Cowboy» podía parecer impactante, que no decir casi cuatro décadas después de este durísimo y descarnado relato que no da respiro al espectador. Hubert Selby Jr. sabía de lo que hablaba cuando escribió «Última salida: Brookyln», sentando las bases de un realismo sucio, cien por cien neoyorquino, que Christopher Zalla hace suyo a fuerza de ponerle una característico y marcado acento mexicano.

S. Oficial

Dirección: Christopher Zalla.

Int.: Jesús Ochoa, Armando Hernández, Jorge Adrián Espíndola, Paola Mendoza.

País: EEUU.

Duración: 98 minutos.

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