Raimundo Fitero
Martes y series
Ya han movido ficha en Tele 5 y van a permutar dos series que no acaban de dar los resultados previstos y así, el niño inteligente pasa del martes al domingo y el policía comeyogures, del domingo al martes, o dicho de otra manera, «RIS» se va del domingo al martes y de allí al ostracismo y «Hermanos y detectives» hace el viaje contrario, se va de la noche repleta de propuestas seriales de producción propia a la del domingo, donde es posible que encuentre un mayor amparo de las audiencias. Lo cierto es que la movilidad de las series o cualquier otro programa es un mal síntoma. Y, desde luego, no puede ser que acierten por partida doble. Yo diría que la propuesta con niño o joven disparatadamente inteligente, repelente y reflexivo, puede tener mayores posibilidades de resurrección que José Coronado y sus caritas, que parece una mala parodia, por mucho que intenten darle aires de profundidad.
Los martes se han convertido en un campo de batalla para las series producidas por las cadenas generalistas, y nos encontramos que casi todas han apostado, y muy fuerte. La primera estatal, con «Herederos» y Concha Velasco, tan eficaz como siempre, al frente de una propuesta que tiene demasiados tonos de culebrón como para que a esa hora nocturna pueda alcanzar los resultados suficientes debido a la competencia feroz que le hace, en Cuatro, «Cuestión de sexo», con Guillermo Toledo de cabecera de cartel, en un buen trabajo actoral coral e individual, que proporciona un retrato generacional y con las relaciones de pareja como eje central. No acaba de estar muy dibujada en cuanto a sus claves de género audiovisual y, ya se sabe, en estos tiempos tan maniqueos la ambigüedad no acaba de ser algo muy solicitado.
Ahora las audiencias quieren las cosas claras: si es de humor, se quiere que se note; si es policíaca, que se vean uniformes, pistolas y sirenas desde el primer plano y que nadie se coma la cabeza en demasía, y si se trata de una saga familiar, que las relaciones amorosas tengan un vuelo trascendental, que un amor pueda producir una crisis financiera, y no quedarse en un polvo entre señorito y criadita, como en los folletines del siglo pasado.