Maite SOROA
Apología del apocalipsis
Cuando salió a la palestra tras el Alderdi Eguna, Iñaki Azkuna era consciente de las aguas que quería revolver. Y lo ha conseguido. Hablan bien de él quienes no ocultan los sarpullidos que cualquier declaración o actuación en clave nacionalista les provoca.
Ayer Santiago González en «Diario de Navarra» alababa al personaje porque «es un político singular. Es, para empezar, un bilbaíno unamuniano, condiciones ambas que son muy compatibles, pero que casan mal con la afiliación al PNV. El hecho de que naciera en Durango, no hace sino afianzar el chiste sobre la capacidad de elección de su lugar de nacimiento que asiste a los de Bilbao». Observen la memez. Destacaba González que «cuatro días después del pronunciamiento de Ibarretxe en el Parlamento vasco y cuarenta y ocho horas después de su ratificación en las campas de Foronda (...), es el único afiliado de relieve al Partido Nacionalista Vasco que le ha dicho `no' al lehendakari. No quiere esto decir que sea el único nacionalista a quien la hoja de ruta para llegar a la autodeterminación le parece un delirio, por usar una palabra empleada con mucha precisión por la vicepresidenta primera del Gobierno. Sostiene Azkuna que, si alguien cree que con una consulta, ETA va a dejar las armas, es que es un iluso; que Ibarretxe no va a poder culminar sus planes y que eso va a generar problemas serios en el PNV y mucha frustración y hastío entre los ciudadanos, con las consiguientes consecuencias en las urnas». Si de lo que se trata, en definitiva, es de que la ciudadanía hable en las urnas...
Ya en plan catastrofista, ensalza al profeta del apocalipsis: «El alcalde de Bilbao ha diseñado la verdadera hoja de ruta por la que va a discurrir el desafío (...). Todos los jeltzales disimulan y callan, a la espera de que no haya consecuencia en las urnas.
(...) Es responsabilidad de los principales partidos abortar el disparate antes de que tenga efectos en el terreno de la convivencia. La permisividad de Zapatero les excita; la firmeza del PP les victimiza. El PNV está dispuesto a vender su apoyo a los presupuestos de Zapatero, como lo hizo en el 98 y el 99 con los de Aznar, pero la responsabilidad del delirio de Ibarretxe es del propio lehendakari y de sus seguidores. Salvo Iñaki Azkuna». No será para tanto, digo yo.