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Jakue Pascual Sociólogo

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Amo a mi ciudad tanto como detesto su espectáculo burgués. Transito por la interzona. Punteo con líneas de fuga la periferia del 55 Zinemaldia. Rememoro la lucha de clases, cuando el Festival perdió la categoría por devenir en un certamen popular. Evoco retrospectivas como la de Fassbinder. Un viejo conocido me anuncia: «He compuesto la música para `El año de todos los demonios'». Minutos después pasa Lucio, el anarquista, y tras él dos amigos. «O sea, ¿que los títulos de crédito son tuyos?», exclamo ante la aseveración de uno de ellos. Y él, el autor del corto «El gran Zambini» y yo nos enredamos en una apresurada conversación cinematográfica, donde convergen realizadores como Jarmusch, Herzog y Sanjinés con joyas del cine mudo como Verdun y actores extremos como Artaud o Kinski.

El Festival es un agujero negro y el destino ha programado enfrentarme a «Control». «Tengo el espíritu, pero pierdo el sentimiento» canta Ian Curtis. La película narra la versión de la viuda («Touching from a distance») sobre la infidelidad y posterior suicidio del vocalista, pero en su subtexto se intuye la existencia de todo un movimiento. Repaso al vuelo las obsesivas hojas de «Joy Division: Ian Curtis, canciones». Gira en el plato «Unknown pleasures». Fact 10: «Ha vuelto a perder el control». Las peripecias de los grupos de Manchester alrededor de The Factory ya habían sido retratadas en «24 hours party people». La Alegre División de prostitutas del campo de concentración nazi alumbra a New Order.

Derek Jarman transporta a Isabel I al caos de la Inglaterra Punk en «Jubilee». Wolfgang Büld expone provocadores símbolos en «Punk in London». «Punk Rock Movie»: Tiempo de performances que el rastafari Don Letts registra en super 8. Punky Reggae Party. «A los punks les gusta el reggae». Ordovás recita a Bob Marley.

Los Ramones puntean la comedia «Rock'n'roll highschool» y «End of the Century» documenta sobre ellos. Julian Temple filma «El gran timo del rock'n'roll» y Moorcock idea una ficción literaria en torno a la película de los Sex Pistols. En «La mugre y la furia» de Temple, la banda se desmitifica a sí misma. La tragedia de «Sid y Nancy» es novelada por Gerald Cole y Alex Cox la lleva al cine; los filmes «Repo Man» o «Straight to hell» de este director conjugan la estética punk con el spaghetti western. «Punk: Attitude», un recopilatorio sobre el punk británico y estadounidense, donde confluyen muchos de los grupos y personajes relevantes de esta tendencia.

The Clash representa «Rude Boy». Oi! y revuelta blanca. «Los negros tienen muchos problemas, pero no les importa tirar ladrillos». «The Clash: West way to the World» de Don Letts y el texto «The Clash» de Sagrario Luna rearticulan parte del legado de una banda que mostró la manera de transmutar el punk rock en política. De ahí que no sean casuales libros que, como «Rastros de Carmín» de Greil Marcus o «El asalto a la cultura» de Steward Home, escarban en las conexiones entre el punk y los situacionistas, los dadaístas, la guerrilla del arte o Class War.

Han pasado treinta años desde el surgimiento del punk y el creciente interés que despierta este fenómeno irredento y rebelde obliga a que recopilemos sus materiales y los ofrezcamos como regalo.

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