El Gobierno búlgaro insiste en las recetas neoliberales de «estabilidad presupuestaria» y de «mejora de la competitividad» del país, el más empobrecido de la Unión Europea, frente al otoño caliente que le espera en cuanto a reivindicaciones sociolaborales.

El curso escolar lleva diez días paralizado por una huelga del profesorado y los guardias forestales, los profesores de universidad y los médicos se preparan para la huelga en exigencia de una mejora del nivel escandalosamente bajo de sus retribuciones mensuales.

También los pensionistas, que cobran una media que roza los 95 euros mensuales, están en pie de guerra. El salario medio oficial no alcanza los 200 euros.

El primer ministro, Serguei Stanichev, señaló que «los sacrificios de la transición se explicaban hasta ahora por la necesidad de entrar en la UE y algunos esperaban que las cosas cambiaran inmediatamente tras la adhesión». Al contrario, Stanichev pronosticó que Bulgaria aplicará un regimen de austeridad presupuestaria hasta su adhesión a la zona euro. Más aún, insistió en la necesidad de reducir personal en los ámbitos de la edudación y de la salud.

Ejemplo para el BM

El primer ministro rechazó la exigencia de los sindicatos de que utilice el excedente presupuestario actual para paliar estas carencias y justificó la existencia de ese dinero extra por la no realización de inversiones previstas, como la relativa a un puente sobre el Danubio que comunique a Bulgaria con Rumanía .

Eso sí, el Gobierno ha reducido al 10% el impuesto de sociedades (a los empresarios), el nivel más bajo de la UE. Igualmente, ha introducido una tasa de imposición única del 10% en el impuesto sobre la renta.

El Banco Mundial ha alabado a Bulgaria como uno de los «diez mejores países reformadores», en una lista encabezada por Croacia.