Victoria mendoza psicoterapeuta
Solidaridad internacional para los vascos
Se está enterando el mundo de que aquí también se vive lo que nosotros en nuestros países vivimos todos los días desde que existen los políticos y los partidos políticos
Los últimas detenciones de los directivos de Batasuna son una muestra clara de antidemocracia y también una proyección de miedos y temores, de desorientación e ignorancia de políticos, y sobre todo es una actitud descarada de agresión y violencia hacia el pueblo vasco. Afortunadamente todas estas acciones tan surrealistas y descabelladas, tan incorrectamente políticas, están dejando al descubierto no sólo nacional, sino internacionalmente que el País Vasco existe como pueblo y como nación, que el pueblo demanda su derecho a decidir y que España no sólo le niega ese derecho, sino que además detiene, secuestra, tortura, encarcela, dispersa y, sobre todo, miente y, si hace falta, crea a su conveniencia nuevas leyes que hagan parecer a líderes políticos de la izquierda abertzale como los más temidos y peligrosos delincuentes y terroristas, mientras que no existe ley alguna para encarcelar o condenar a torturadores o políticos fraudulentos. No existen leyes que hagan justicia, sino leyes que cuidan los intereses de partidos políticos, leyes que les hacen permanecer en sus puestos-negocio el tiempo que haga falta para sacar provecho de su poder y de sus puestos. Nada distinto a lo que hemos vivido en México con nuestros políticos corruptos tan cercanos al dinero y tan lejanos del pueblo.
Esto es una gran decepción para el resto del mundo, para quienes todavía creían que en Europa y concretamente en España se vivía la democracia, para los que todavía creían que aquí no hay injusticia ni se pisotean los derechos del pueblo ni se tortura. Ahora se está enterando el mundo de que no es así, que aquí también se vive lo que nosotros en nuestros países vivimos todos los días desde que existen los políticos y los partidos políticos.
El pueblo vasco, y concretamente la izquierda abertzale, pueden presumir de solidarios, de tener buenas estrategias políticas, de estar bien coordinados con los diferentes movimientos sociales, de tener capacidad de organización y coordinación y, sobre todo, de tener capacidad de reaccionar, de levantarse cada vez que otros les meten zancadillas y les dan puñaladas por la espalda. Todo eso a pesar del cansancio que genera una lucha de años, con heridas y sueños trasmitidos de generación a generación, puesto que no se está lastimando a un sector, a un partido o a unas personas concretas, sino que se está lastimando a todo un pueblo. Y cuando las heridas están abiertas, duelen tanto que hay que buscar algo que alivie y calme el dolor y, sobre todo, buscamos reparar el daño, por eso creo que, ahora menos que nunca, los vascos no están solos, somos unos cuantos inmigrantes comunitarios y extracomunitarios que somos conscientes de lo que aquí sucede y tenemos el compromiso de darlo a conocer en nuestros países. La respuesta se deja ver, porque cada vez países y comunidades antes indiferentes están ahora dando su más clara manifestación de solidaridad, respuesta también a la solidaridad que el País Vasco ha tenido siempre con nuestros países y comunidades. Sanar el dolor de un pueblo es hacer justicia, respetando siempre la de- cisión de ese pueblo.