El reflejo del trabajo y la confianza del buen entrenador
Manex ALTUNA
Cada día es más complicado competir a nivel internacional para el fútbol vasco. Sin embargo, la gran afición que existe en Euskal Herria por este deporte hace que sigan saliendo futbolistas, pero también entrenadores.
Unai Emery, un hondarribiarra de 36 años, es el último que ha dado el salto a Primera esta campaña. Pese a su juventud, llegaba avalado por los resultados cosechados en su corta experiencia en los banquillos. En tres temporadas, dos ascensos -con el Lorca a Segunda y con el Almería a Primera- es un excelente bagaje y en su estreno en la Liga está demostrando la categoría que tiene.
Su principal éxito radica en hacer rendir a sus jugadores por encima de su nivel. Eso es ser un buen entrenador, hacer parecer mejores de lo que son a tus jugadores. El Almería es un equipo compuesto por muchos desconocidos y pocos grandes nombres. Pero Emery les adoctrina para jugar el balón y confiar en sus posibilidades.
Los once jugadores demostraron en San Mamés que saben moverse tanto en defensa como en ataque. Replegándose de forma conjunta cuando hacía falta y buscando superioridades en banda con constantes desmarques. A pesar de que jugaron contra diez y siempre es más fácil abrir huecos, en ningún momento se precipitaron y con paciencia buscaban la portería contraria. No le vendría mal a Caparrós tomar nota de la confianza que mostró Emery en sus jugadores y en su planteamiento.
Es lo que hacen también Valverde y Ziganda, dos entrenadores que se asemejan al estilo del hondarribiarra y que van cosechando triunfos paso a paso. Jóvenes, ambiciosos y que no renuncian a sus ideas. Con Mendilibar y Lotina se completa el cupo, dejando en evidencia que en este país hay talento suficiente.